O7-.

19.8K 1.8K 270
                                    

Maratón 3/3

——————————
MONSTRUO
——————————

             —ESTO JAMÁS DEBIÓ HABER SUCEDIDO, SASHA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

             —ESTO JAMÁS DEBIÓ HABER SUCEDIDO, SASHA.—recogía rápidamente su ropa del suelo.

Dejé de abotonarme la blusa cuando dijo aquella falacia. Joder, creí que me diría algo sobre que no usamos protección o algo así.

—¿Así describes el encuentro más placentero que has tenido?—pregunto ofendida y él se tensa un poco antes de mirarme.—Además, quise detenerte al principio y tú insististe en seguir. No puedes echarme la culpa de nada, tampoco puedes decir que no debió ocurrir porque está más que claro que lo añorabas.

—Era virgen.—murmuró y se terminó de colocar su camisa.

Y aquello me sorprendió demasiado, sin embargo, no pude evitar abrir mi bocota y preguntar lo siguiente.

—¿Tan malo fué?—pregunté mientras imitaba su acción y tomaba mi ropa.

Edward ríe con frustración. Jamás, en todos mis años de vida, había escuchado esas palabras, pues siempre eran "Fue fantástico" "Deberíamos repetirlo" o "¿Me darías tu número?". Pero nunca algo parecido a eso.

—Ese es el problema Sasha, no lo fue, fue lo mejor que he sentido en todos los años que he vivido.—hace una mueca al decir esta última palabra.—¿Puedes... Puedes mostrarme tu cuerpo?

Lo hice, dejé caer mis prendas y lo dejé observarme, su cara denotaba preocupación. Temía hacerme daño, pero la cosa era que eso es imposible.

—¿Por qué no te pasó nada?—murmuró más para él.—¿Y por qué me siento tan cansado? Es imposible.

Su mirada exigía respuestas. Y bueno, dado que acabábamos de acostarnos, supuse que merecía una respuesta. Solo lo consideré porque él también era una criatura sobrenatural.

—Soy una súcubo.—solté de golpe.

Intenté vestirme para ignorar sus miradas, pero no funcionó. Su rostro era de enfado puro.

—¿Me sedujiste?—pregunta enojado y yo niego—¡No me mientas, lo hiciste!—grita y tira de su cabello.

—¡No es verdad!—chillé.—Admito que en un principio intenté hacerlo pero por alguna razón mis poderes no funcionan contigo, Edward, ¡No lo hice! No intentes culparme por algo que claramente ambos queríamos—digo con enfado y comienzo a caminar hacia la salida del gimnasio.—, no sé tú, pero yo la pasé muy bien.—susurré.—Y yo jamás tengo orgasmos, yo los provoco.—informo antes de salir del lugar.

No le estaba mintiendo. A decir verdad él no era el único en experimentar cosas nuevas en ese encuentro, nunca me había imaginado que tener un orgasmo se sentía tan bien, ahora entendía a los humanos con los que me acostaba.

—¡Sasha!—escuché su voz y apresuré mi paso, estaba a unos metros de mi coche, si corría, no me alcanzaría.

Si, era estúpida, eso no sucedió, cuando estaba a punto de abrir la puerta de mi coche Edward me acorraló contra éste, sus manos a cada lado de mi cabeza y sus ojos dorados viéndome.

Lo miré directamente a los ojos.

—¿Qué eres?—pregunté.—¿Por qué tenías miedo de lastimarme?

Si, ya lo sé, pero quería que él me lo dijera, que estuviera conciente de que conozco su secreto.

—No lo entenderías.—susurró.

—¿Por qué yo si tengo que decirte lo que soy y tu no? Es más que claro que eres algo sobrenatural, temes hacerme daño.—mascullé mientras subía mi mano y acariciaba su rostro con las yemas de los dedos, cosa que lo hizo relajarse.

Probablemente esto sonará cliché y de típica chica de novela, pero al menos yo estaba diciendo la verdad, no necesitaba que me protegieran, bien podía hacerlo yo sola, incluso podía sacarme unas risas con mis poderes y defenderme, justo como había pasado la noche que salvé a Bella. No me malinterpreten, una mano no me vendría mal, de vez en cuando disfrutaba ser la damisela en apuros pero Edward se excedía en ese aspecto, se preocupaba demasiado por no hacerle daño a nadie que llegaba al punto de asfixiarme.

—Intento protegerte.—sus ojos se cerraban con fuerza.

—No lo hagas.—murmuré cerca de su rostro.

Mi aliento chocaba contra sus labios, y solo eso bastó para que me besara de una forma briosa.

Sus labios se movían a un ritmo acelerado, como si tuviera miedo de que me marche. No pude hacer otra cosa más que devolverle la caricia. Al menos hasta que recordé que quería respuestas, y a regañadientes me separé.

Sabía que estábamos dando un espectáculo pues la mayoría de estudiantes ya había salido de clases.

Pero no me importaba.

—Si seguimos así no vamos a terminar.—digo con mis manos apoyadas sobre su pecho.

—No quiero hacerlo.—volvió a acercar su rostro pero lo detuve con uno de mis dedos sobre sus labios, llevé mi mano a su mejilla.

—Yo tampoco pero necesito respuestas, Edward.—insistí.

Vi como cerró sus ojos y golpeó mi coche con su puño. Estaba a punto de quejarme pero sabía que no era el momento.

—Soy un vampiro.—dijo y me crucé de brazos.—Pero soy vegetariano, es un chiste entre mi familia, en realidad solo cazamos animales.—explica de una forma rápida y yo asiento.

Admito que jamás creí que eso era posible. Aunque ahora que lo pensaba era algo bastante parecido al vegetarianismo, entendía a la perfección aquel chiste familiar, y me causaba ternura el hecho de que se habían tomado la dedicación de investigar y probar cosas nuevas para no lastimar a los demás.

—¿Por qué?—pregunté y él tomó mi mano entre la suya y la besó.

Pero que caballero.

—No quiero ser un monstruo.—susurró con pesadez.

—No lo eres.—dije.—Eres Edward Cullen.—comenté con diversión.—Un adolescente común y corriente, justo como yo.—me separé de él para abrir la puerta de mi coche y subir, dejando al vampiro con una mueca de confusión.—Y así como somos adolescentes, tenemos cosas que hacer.—encendí el motor.

Miré a los estudiantes que salían del edificio y encontré a Bella mirándonos de nuevo, su intensa mirada estaba clavada en Edward y no pude evitar gruñir.

—Bella quiere hablar contigo.—murmuré mientras señalaba hacia donde estaba ella sin pudor y arrancaba el auto para dirigirme a mi casa.

Succubus.|Edward Cullen [𝟏𝟖+] [SBN #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora