Succubus.|Edward Cullen [𝟏𝟖+] [SBN #1]

13-.

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TODO ESTARÁ BIEN
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          —TENGO QUE AVISARLE A CHARLIE, ¡Conduce hacia mi casa ahora!—demanda una histérica Bella.

La verdad es que no la culpo, yo también tenía miedo, pero no quería preocupar a mi padre ni hacer el ambiente más pesado en el auto, suficiente teníamos con ella.

Enciendo mi celular y busco el contacto de mi padre, suspiro y lo llamo, al tercer pitido es cuando me responde.

—¿Pasó algo, Sasha? Nunca me llamas.—fue lo primero que dijo, incluso pude notar como su voz estaba un poco temblorosa.

—No pasa nada, te llamaba para decirte que estaré unos días en Seattle, con unos amigos de la escuela.—digo intentando no soltar nada estúpido.

Lo escucho suspirar del otro lado de la línea.

—Ten cuidado.—es lo único que dice.

—Te quiero, papá.—no espero a que me responda y cuelgo.

Edward me mira de reojo.

—¿Porque Seattle?—me pregunta y me encojo de hombros.

—Fue lo primero que se me vino a la mente.—contesto una vez que aparcamos frente a la casa de Bella.

La humana se baja del auto y entra a su casa a toda velocidad, dentro del vehículo, el vampiro y yo nos quedamos en completo silencio, hasta que decido romperlo.

—Sería mejor que la dejáramos aquí.—susurro.

—No voy a mentir diciendo que no lo consideré.—confiesa mirando hacia el bosque, pasan un par de segundos en los que el vampiro abre la boca y la cierra en repetidas ocasiones, dudando en decir algo.

—Solo di lo que tengas que decir, me da ansiedad verte hacer eso.—mascullo y me giro completamente, recargando mi espalda en la puerta del auto.

—En verdad te quiero.—dice en voz baja.—Lo hago.

Me quedo en silencio, no porque no sepa que responder, sino porque Edward parece estar teniendo un debate mental. Y cuando me mira, es que decido darle una respuesta.

—Lástima que las palabras no signifiquen nada.—es lo que le digo.

Suspira rendido.

—¿Puedo...tomar tu mano?—pregunta cabizbajo.

Por un momento me ablando pero no dejo que aquello me gane, así que tomo toda mi fuerza de voluntad.

—No lo mereces.

Me sobresalto cuando la puerta del coche es abierta con brusquedad, Bella está casi llorando.

—¿Sucedió algo?—pregunto.