Capítulo XXX

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Desperté por el sonido de la puerta al ser abierta y luego cerrada, era el médico encargado de Kincade. Me dijo que debía retirarme para poder hacerle los estudios correspondientes.

Estuve en la sala de espera por aproximadamente media hora, hasta que se me ocurrió llamar a Matt, necesitaba su apoyo.

*Llamada telefónica*

- Matthew, necesito que vengas al hospital San Magno. Lo antes posible por favor -dije antes de que pudiera hablar y corté.

* Fin de llamada*

Al cabo de unos minutos ya estaba entre los brazos de Matthew llorando sobre su hombro.

Le expliqué lo sucedido y terminó tan apenado como yo, también lloraba por mis padres y rezaba por la vida de mi hermano.

Su apoyo es lo único que me da fuerzas en éste momento. Si nunca lo hubiese conocido y no estuviera allí conmigo, no sé como hubiera sobrevivido.

A las dos horas, el doctor se nos acercó.

- Srta Brown, su hermano no demuestra mejoras. Sigue sin despertar y sospechamos que no hará. Debemos hacerle una operación encefalocraneana ya que sufrió un traumatismo muy grave. Es muy arriesgado, pero si no lo hacemos, no quiero ni imaginarme que pasara

Al escuchar esas palabras, se me congeló la sangre y quedé sin habla. Matthew intervino por mí.

- Esta bien doctor, hagan lo posible por salvarlo. Por favor

- Salvar vidas es mi trabajo, haré todo lo que esté a mi alcance -dijo éste y se retiró.

Cuando por fin llegó la hora de visitas, entramos Matt y yo a la habitación de mi pequeño Cade.

Una vez adentro, Matthew rompió en llanto al verlo. Matt se encariño mucho con él, siempre que iba a casa pasaban horas jugando juntos.


Quise quedarme a dormir nuevamente en el hospital, pero mi novio no me lo permitió, ya que me veía muy cansada y derrotada. Acepté pero con la condición de que al día siguiente estaríamos a primera hora allí, ya que sería la arriesgada operación y quería estar advertida de todo lo que fuera sucediendo.


Al día siguiente, tal lo acordado, nos encontrábamos en sala de espera en busca de noticias. No había habido ningún avance en la noche, tal como lo había diagnosticado el doctor.

Su operación sería a las 11:00 am, nos quedaban unas horas para estar con él en su habitación.

Faltando una hora, llegó la enfermera para higienizarlo y prepararlo antes de ser trasladado a la sala de operaciones. Besé su pequeña frente y me dirigí nuevamente a la sala de espera siguiendo a Matthew.


La operación duró un poco más de tres horas y aparentemente todo salió bien, según el médico. Recién a la hora nos dejaron pasar a su habitación, y allí se encontraba él. Con una gran cicatriz al costado de su cabeza, "seguramente se irá con el tiempo" pensé.

Matt y yo nos quedamos allí con Cade, cada uno agarrando una mano de él en completo silencio.

Comencé a mirar al vacío y me concentré en mi interior. La mente me daba mil vueltas, empecé a caer nuevamente en la situación que me encontraba. Ya no tendría mis padres a mi lado, pero donde sea que se encuentren, sé que están en un mejor lugar.

Algún día nos volveremos a encontrar, cuando me toque a mi lo que a ellos le tocó.

Desgraciadamente la muerte es algo que nadie puede evitar, es algo que está entre nosotros y nos toca en el momento que menos esperamos. No tiene preferencias, es completamente igualitaria, es decir, a cualquiera le llega el momento. Esta vez le tocó a ellos, y en cualquier momento me tocará a mí, lo sé.

Volví a la realidad por un grito de auxilio de Matthew, le iba a preguntar qué sucedía cuando escuché un ruido como un "pi" continuo. El maldito ruido de la muerte había llegado a la habitación de mi hermano.

Entraron enfermeras corriendo a socorrernos, pero obviamente, era demasiado tarde. Mi hermano ya se había ido.

Increíblemente, me encontraba completamente sola, sin nadie de mi sangre en este mundo. Sé que tengo a mis tíos y primos, pero nunca tuve una gran relación con ellos.

Miraba a Matthew llorar como nunca lo había visto antes, pero yo no me encontraba así, no podía llorar. No sabía descifrar que estaba sucediendo conmigo. ¿Acaso me había quedado sin lágrimas? ¡¿Cómo no voy a llorar por la muerte de mi hermano?! Pero luego entendí que sucedía, no quería aceptarlo, todo había sucedido tan rápido, en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando ese estado de shock me dejó en paz y empecé a asimilar esta triste realidad, acompañé a Matthew con el llanto.

Abracé al cadáver de mi hermano, no quería despegarme de él nunca, pero enfermeras me obligaron a salir.

Nadie sabía el motivo por el cual había muerto, debíamos esperar a la autopsia.


Tres días después, me llamaron del hospital pidiéndome que vaya para aclarar lo sucedido. Enseguida llamé a Matthew y le pedí que me acompañara,y aceptó. Una vez allí nos dijeron que su pequeño cuerpecillo no aguantó la operación, le dio un paro cardíaco.

Salí corriendo del hospital, desolada. Sólo pensé en irme con mis padres y mi hermano, así seríamos una familia nuevamente. No me importara en que parte del cielo estaría su alma, pero los encontraría y así nuestras almas estarían felices.

Estuve a punto de tirarme en frente de un auto para ser atropellada pero una mano me tomo muy fuerte del brazo y no me lo permitió. Matthew.

Me sentí muy apenada al verlo con su cara mojada por las lágrimas, se acercó a mí y me abrazó.

- Por favor no me dejes, Rose. Sé que será difícil, muy difícil vivir sin ellos, pero te ayudaré a aceptarlo, no digo superarlo porque eso no se supera. Debes aprender a vivir con el dolor dentro de ti. Y yo voy a hacer ese que haga disminuir lo más posible ese dolor

Al oír esas palabras me olvide por un segundo de lo sucedido, me sentí muy especial por tener a alguien así a mi lado, que me hacía ver un poco de luz en esta inmensa oscuridad desgarradora.



I need you, MattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora