Capítulo XI

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Aquí estoy, escribiendo nuevamente. Pero no he vuelto por que mi vida ya sea color de rosas, claro que no. Nada cambió.

Lola ya no pertenece más a mi vida y mucho menos Ronnie. Si te preguntas si tengo amigas, la respuesta es no. No tengo.

Pero logré superarlo, ya no necesito de Lola, no más.

Ha pasado un mes desde que escribí por última vez, y la verdad que en un mes haberlo superado es todo un logro para mí. Me siento feliz por ello.

Pero hay una cosa que hice, de la cual no me siento feliz en lo absoluto.

Comencé a cortar mis brazos, sentía tanto dolor por dentro que ya nada podía ser peor. Ni siquiera las lágrimas curaban mis heridas.

Sé que prometí no atentar contra mi vida, y lamento no haber cumplido la promesa.

Pero no duró mucho, logré tranquilizarme. Luego de varios cortes, pero lo logré. Ya no lo hago más.

Ahora viviré con éstas cicatrices en mi piel, indirectamente provocadas por Lola.

Lo que más me ayudó a seguir adelante fue encontrar diferentes formas de distraerme. Como por ejemplo, comenzar a leer. Bueno, siempre leí. Es una de las cosas que más me gusta hacer.

Pero ahora leo permanentemente, los libros son mis únicos y verdaderos amigos.

Abrió una nueva biblioteca a dos cuadras de mi casa, fue como un regalo enviado por Dios.

Voy cada tarde y leo allí, me resulta mejor que leer en mi casa. Ya que me molestan mi hermano, o mi gata si leo en cualquier lado de mi casa. Incluso en mi habitación.

Ahora que noto, no he hablado de mi familia por aquí. He estado tan concentrada con Lola que me olvidé de ellos por completo.

Les hablaré un poco de ellos, que en realidad no hay mucho por decir.

Con mis padres me llevo relativamente bien, cada vez mejor. Sólo discuto con ellos por culpa de Kincade, mi hermano.

Cade (como yo lo llamo) es la persona más insoportable del universo, pero lo quiero tanto. No se que haría sin este pequeño molestándome.

Y luego esta mi gata, que me odia y me ama al mismo tiempo. Su nombre es Sun, ya que es dorada como el sol. Nunca supimos que mezcla de razas es, pero es única.

Hay días en los que sólo quiere estar conmigo, como también están esos días en los que no para de disparar de mí. Pero no la cambiaría por nada.

Desgraciadamente mamá notó mis cortes y se preocupó mucho por mí. Me afectó mucho que ella los haya visto, no quería que sepa de esto.

Tuve que contárselo, porque me obligó a hacerlo. Obviamente no se creería que Sun me los haya hecho. También le hice prometer que no le diría papá y mucho menos a Kincade.

Cuando logré dejar de cortarme se alegró mucho, y me compró brazaletes, los cuales ahora uso a diario, para ocultar las malditas cicatrices.

Salgo del tema familia y entro nuevamente en lo que estaba. La biblioteca.

La chica que trabaja detrás del mostrador es muy gentil, tiene mi edad aunque es mas chica que yo por seis meses. Nos llevamos muy bien, ya que yo voy todas las tardes y se nos hizo rutina hablar.

Su nombre es Ivy Dickens y es la hija del dueño de la biblioteca. Como va al colegio de mañana, trabaja de tarde. Me cae muy bien, y a este ritmo seremos amigas pronto.

********************

Como notarás estoy evitando contar que pasó cuando volví a ver a Lola y a Ronnie en el colegio, verdad?

Te contaré, nuevamente sólo para no dejarte con la intriga, lector.

Al día siguiente, como dije, no concurrí a clases. Le inventé a mi madre que no me sentía bien, y para mi beneficio, me dejó quedarme en casa.

Pero obviamente no podía seguir fingiendo, entonces al otro día recurrí a clases.

No vi rastros de Lola ni de Ronnie en toda la institución.

Cuando entré al aula ellas no estaban dentro, entró la profesora de Biología y comenzó a pasar la lista de nombres.

Para mi sorpresa, no nombró a ninguna de las dos. Lo que me hizo saltar de mi asiento incontroladamente e ir a preguntárselo a la profesora.

— Disculpe Mrs Delevigne, qué hay de Lola Floyd y Ronnie Miller? Por qué no las nombró ni están presentes?

— Se han cambiado de aula, ya no estarán aquí.

— Qué se cambiaron de aula?! Cómo?!! —me exalté.

— No se los motivos, Brown. Toma asiento por favor.

Regrese a mi pupitre, sin saber en que pensar.

Cuando toco la campanilla, salí disparada a la oficina del director. Quería saber que estaba ocurriendo allí.

Toqué su puerta, me dio el permiso y pasé.

— Rose! Que sorpresa, qué sucedió? Por tu cara noto que nada bueno.

— Exacto Mr. Pinkman, nada bueno. Por qué Lola y Ronnie cambiaron de aula? Y, a cuál fueron?

— Me lo pidieron ellas, ahora están en el lado Norte de la institución.

Lado Norte, y yo estaba en el lado Sur. No compartimos ni si quiera la cafetería con el lado Norte, nunca más las vería.

— De acuerdo, se puede saber por qué se cambiaron?

— No lo se Rose, tú dime. Paso algo entre ustedes verdad? Me pareció extraño que vinieran solo ellas dos, sin ti y pedirme que las cambie. No quise preguntar nada, me gusta respetar la privacidad.

— Sí que pasó, Ronnie convenció a Lola de que no sea más mi amiga y me dijo que apesto.

— La Srta. Miller hizo eso? Quiere que hable con ella y así aclarar las cosas?

— No director, por favor no lo haga. No quiero que sepan que hablé con usteded al respecto, y menos aún que me preocupé por ellas.

— Esta bien, Rose. Es tú decisión, pero si cambias de opinión tan sólo dimelo, sí? Eres una buena chica Rose, no dejes que cambien eso en ti. Olvídate de ellas y sal adelante con tu vida.

— Es difícil Mr. Pinkman, Lola era mi única amiga. Pero lo intentaré, y lo superaré. Gracias por ser tan amable conmigo.

— Es parte de mi trabajo Rosie, ahora si me disculpas, tengo trabajo que hacer.

— Si claro, adios director.

— Adios, Rose.

I need you, MattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora