•|| sᴀɴᴇᴏʙᴀ ᴏɴᴇ- sʜᴏᴛs ||•

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~Au Asesinos]~

Obanai Iguro; un chico tranquilo, serio, eficiente, algo optimista, sincero e inteligente. Alguien que a simple vista, parece un ser común y corriente, es como un ángel, no sería capaz de matar a una mosca; bueno, esa es su fachada, eso es lo que el quiere que los demás piensen del él.

Todos tenemos un secreto, hay que admitirlo; bueno, el secreto de Obanai era, que trabajaba de asesino para una agencia; hacia misiones, que pagaban muy bien, y con eso, pagaba su universidad.

No se le hacia difícil asesinar a alguien, era pan comido para el. Era uno de los asesinos más talentosos y solicitados, así que el dinero me sobraba.

Pero, tenía que guardar muy bien las apariencias, cualquier fallo, lo podía llevar a perder su empleo, o incluso la vida. Por eso era importante su papel de niño bueno,¿Quien sospecharia de el? Ni el más inteligente podría hacerlo.
El tipo era un mentiroso profesional, manipulador, egocéntrico y narcisista. Si alguien llegase a sospechar de el; no dudaría en encontrarlo y asesinarlo. Todo por mantener en secreto su trabajo, y no poner en riesgo su vida.

Una noche, sus amigos lo invitaron a salir. Este se negó, ya que tenía una misión importante en algunos minutos. Inventó un mentira creíble y se fue corriendo al lugar acordado.
Se le hizo raro no ver a uno de sus amigos, Sanemi Shinazugawa, el siempre estaba presente en las reuniones de sus grupo. Hizo caso omiso y continuó con su misión.

El traje de Obanai, era un traje algo elegante, camisa blanca a botones; corbata roja; chaqueta negra; pantalón negro, con dos tirantes que lo sostenían con la camisa; zapatos tipo bota, y un cinturón para sostener la katana. Ya que esa era su arma principal.

La misión de Obanai iba con éxito, había asesinado al objetivo principal; ahora debía asesinar a un ministro, para dar por cumplida su misión. Era pan comido para el.

Cuando estaba apunto de asesina al ministro, alguien se opuso. El cuarto estaba muy oscuro, así que no podía ver con claridad.

En la pelea que tuvo con el otro tipo, lo distrajo, y el ministro alcanzó a escapar.
Obanai resultó herido, ya que le habían enterrado una navaja en lado izquierdo del abdomen. Este también logró hacerle daño a su oponente, haciéndole una cortada algo profunda en el hombro y un rasguño en su mejilla.

Se dio cuenta que era algo tarde, si no llegaba rápido a su habitación, tal vez su compañero sospecharia.
Duró unos minutos más el combate, y finalmente Obanai logró escapar.

Empezó a saltar en techo en techo, mientras retenia el sangrado de su abdomen. Saltó a un callejón y cambio su ropa; corría cadáveres rápido, no quería que su compañero sospechara algo.

Llegó al techo del edificio donde se encontraba su habitación, saltó a su ventana, y cuando estaba a punto de entrar; vio como su compañero entraba al cuarto por la puerta. Obanai rápidamente escondió su katana.