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Nuevamente, se encontraba en aquel hermoso lugar que había visitado anteriormente. Pero a diferencia de la última ocasión, esta vez sí llevaba aquella correa de cuero blanco cruzada sobre su pecho y sandalias. Sus ropas blancas se encontraban impecables, ni una sola mancha, ni una sola arruga, ya no había frío, en su lugar, era cálido, con una brisa fresca. El paisaje era aún más bello y deslumbrante. Sonrió calmo.
Sintió una ligera presión en su frente y al levantar su mano, se dio cuenta que portaba una tiara.

— Yibo.

Escuchó la voz femenina, y volteó.

Era una hermosa mujer a la cual reconoció de inmediato. Su cabello era negro y largo, peinado delicada y hermosamente haciendo lucir la tiara que cargaba al igual que él. Llevaba un largo vestido blanco de mangas largas que flameaban con la suave brisa. Y al igual que él, está cargaba un cinturón de cuero blanco, pero éste estaba en su cintura.

— Guardiana Adhara — llamó con una sonrisa y la mujer sonrió igual.

— En este lugar no hace falta llamarme por mi nombre de guardián — su voz era tan suave y aterciopelada que, parecía la voz de un ángel. Al igual que lo decían en los libros de su biblioteca familiar.

— ¿Entonces, la puedo llamar abuela? — Liena rió bajo.

— Si te hace sentir cómodo, no hay problema — Yibo asintió sonriente. — Ven conmigo, te están esperando.

Yibo frunció el ceño en señal de confusión. Liena tomó su brazo y juntos comenzaron a caminar.

— ¿Quiénes me esperan?

— Nuestros ancestros. Es momento de tu juicio.

— ¿Mi juicio?

— Este lugar, es lo más parecido a lo que los mortales llaman el paraíso, pero éste es nuestro paraíso. Aquí vienen todas las almas de nuestro antepasados, en especial nosotros los guardianes. Este será el momento en el que elijas, lograste algo que nadie ha podido, además de también estar los Xiao. Este lugar es tu recompensa.

— ¿Mi recompensa por qué? ¿Sucedió algo?

Liena rió.

— Claro que sí. Sé que tienes preguntas, pero yo no puedo responderlas.

Yibo asintió fijando su mirada en el camino.

A medida que avanzaban podía ver dos puertas de cristal enormes. Cuando llegaron frente a éstas, se abrieron hacia adentro, dándoles el paso de continuar. No se sentía sorprendido, extraño o fuera de lugar, es más, se sentía en casa, tranquilo, feliz.
Veía como todo se encontraban vestidos de la misma manera, pero ellos no tenían una tiara o una correa, simple te sus ropas, sandalias y uno que otro tocado en sus cabellos o prendas.

Caminaron un par de minutos recibiendo reverencias mientras pasaban, hasta que llegaron a un muy gran salón. Las puertas se abrieron dejando ver a todo los que se encontraban allí. Más gente vestidos de la misma manera que ellos, ropa blanca, mujeres con la correa en su cintura y los hombre en cruzada en su pecho y pasando por debajo del brazo, sus sandalias y sus respectivas tiaras. Todo se pusieron de pie haciendo una reverencia de noventa grados, incluyendo a Liena quien soltó su brazo para hacer la reverencia. No dijo nada y simplemente respondió igual.

— Wang Yibo — la voz femenina retumbó por todo el salón llamado la atención de los presentes.

Presentes a los cuales reconoció, todos eran sus antepasados. De pronto, frente a él y alejado a unos cuantos metros, la silueta de una mujer se hizo presente, la diosa de la vida. La misma diosa que había dado tal tarea al clan Wang.

The Promise [YiZhan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora