CAPITULO VEINTINUEVE

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Necesitaba una señal. Una mísera señal para saber si le gustaba o no. Hongjoong lo tenía loco desde hace tiempo y se estaba planteando declararse. Pero no quería cagarla. No quería perderle.

Estuvo pensando en él, en los gestos que hacía, en cómo le hablaba, pero no tenía nada claro. Lo único que tenía claro es que él, Song Mingi, estaba coladito hasta los huesos por Hongjoong.

Quería besarle, abrazarle, acariciarle, mimarle, protegerle de todo lo malo. Su sentimiento era certero y fuerte. ¿Qué haría ese día cuando le viera? Incitarle. Acariciar su cuello mientras le miraba. Funcionaría, sí.

Salió del estudio después de una larga jornada de trabajo. Rapear y componer, componer y rapear. Ese había sido su día hasta ese momento. Llegaba su parte favorita, encontrarse con el mayor. Paseó tranquilamente por las calles hasta llegar al lugar de siempre. Ese día se sentó en un banco a esperar al bicolor.

–Hola Mingi, perdón por la tardanza.– se sentó sonriente a su derecha

Le saludó de vuelta con una sonrisa de oreja a oreja. Sabía que al bajito le encantaba la forma en la que su dientecillo chueco se dejaba ver.

–Cuéntame tu día hyung.–

–Creo que va siendo hora de que dejes de usar el tono coloquial. Llámame por mi nombre o por un apodo, lo que sea más cómodo para ti.– hizo un ademán con la mano

–¿Te debería llamar joongie?–

–Hazlo.– solo respondió

–Está bien.– sonrió de nuevo, viendo la mirada enternecida del contrario –Cuéntame tu día joongie.–

Este le hizo caso y comenzó a relatar lo que había hecho en el día. A pesar de que el día no había terminado el mayor siempre tenía algo que contar, o más bien se enrollaba con la mínima cosa. Su cabeza recordó lo que había planeado antes, tenía que incitarle.

Siempre que el de cabellos bicolor hablaba, él le miraba y asentía en señal de que estaba escuchando. Mientras hacía eso bajó su mano derecha y la posó en el muslo impropio. Hongjoong lo notó ya que, al llevar a cabo la acción, se tensó por un momento y comenzó a trabarse al hablar. Quitando eso no hizo nada, no miró su mano ni trató de quitarla. Solo le tomó por sorpresa.

–Y-Y ese fue mi día. ¿Qué tal el tuyo?– comenzaba a masajear el muslo causando más tartamudeo de su parte

En ese momento empezó a relatar como si nada. El menor siempre tardaba menos en terminar ya que contaba las cosas como eran, y no indagaba en otras mientras. Dejó de hablar y hubo un silencio cómodo, solo ellos dos disfrutando de su compañía.

Silencio cómodo hasta que el de cabellos azabache apoyó su cabeza en el hombro izquierdo del contrario. Este último se tensó aún más. Quiso hablar pero no lo hizo, se notaba que el alto estaba cómodo.

Mingi seguidamente llevó su mano derecha al cuello del mayor, y la pasó por su nuca, erizando sus vellos. Acarició un poco esa zona mientras giraba la cabeza hacia el cuello, rozando sus labios con este. En ese instante fue que Hongjoong bajó la cabeza para observarle, nervioso. Sosteniendo su mirada besó aquella parte de su cuerpo, recibiendo un dulce sonrojo a cambio.

Sintió su cara caliente y lo supo, supo que se había sonrojado. No estaba seguro de cómo catalogar ese sentimiento. Pero quería besarle. Aquella mirada seductora le impulsaba a hacerlo. Y no se cortó. Juntó sus labios con los ajenos despacio, sin desperdiciar ni un segundo. Los movió delicadamente, intentando no parecer desesperado. Pero el de mechas tenía otros planes cuando metió su lengua en la boca contraria. El beso ya no era lento ni delicado. Sus lenguas se enlazaban, sus dientes tendían a chocar y sus salivas eran una.

El sonido que surgió al separarse fue obsceno. Se miraron y sonrieron. Como si eso no hubiera sido nada y ya lo hubieran hecho antes, abrieron sus brazos en un abrazo. El mayor ocultó su cara en el pecho contrario, intentando que el fuerte sonrojo pasara desapercibido. Al menos Mingi había conseguido lo que quería.

…ᘛ⁐̤ᕐᐷ

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