CAPITULO VEINTISÉIS

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Aquel día se despertó con una presión instalada en el pecho. Un vacío en su cuerpo. Ese día no tenía ganas siquiera de ir a trabajar en lo que más le gustaba. No quería levantarse de la cama. Darse cuenta de lo que había causado por haberse enamorado lo había deprimido un poco. Era el peor sentimiento que había sentido nunca.

Por muy pocas ganas que tuviera tenía que ir al trabajo, tenía que sacar el dinero de alguna parte. Hizo su rutina diaria, lo que hacía siempre. Se dio cuenta de que todos los días eran lo mismo, que lo único que lo cambiaba era Mingi y en ese momento no le tenía.

Salió de su casa quitándose esos pensamientos dañinos de su cabeza. Necesitaba ir despejado e inspirado al trabajo. Lo que le animaba era pasar por el parque cerca de su estudio, ese donde conoció a Mingi. Todo le recordaba a él cuando no podía verle.

Caminó por aquel lugar rodeado de verde. Las hojas de los arbolillos se batían debido a la brisa mañanera de ese día. Se encontró mirando a los lugares en los que había estado con el chico que le gustaba, se visualizaba a la perfección con él, hablando con él, riendo con él. Haber ido a distraerse solo le recordó más al tema que lo atormentaba.

Por un momento le vio, aunque pensó que era su imaginación visualizando escenas vividas. Hasta que escuchó su risa, su voz. Volvió la vista hacia el lugar proveniente del sonido y le vio allí, de carne y hueso, no en sus pensamientos. Sintió su corazón estrujarse cuando cayó en que tenía a un chico de cabellos oscuros a su lado. Hablaban tan animadamente que le daba envidia, había una química increíble entre ellos dos. Se sintió súper estúpido por caer en sus trampas, por haber sido la segunda opción sin siquiera darse cuenta. Sus ganas de llorar regresaron. Salió del lugar a paso rápido, intentado distraerse en otra cosa que no fueran esos muchachos.

Abrió la puerta de su estudio con lágrimas formadas en los ojos, sabía que se venía interrogatorio de San y eso le relajó un poco, tenía con quien desahogarse. Efectivamente el rubio cuando le vio por segundo día consecutivo entrar así, se levantó a abrazarle y preguntó que le pasaba.

–San, ¿alguna vez has sido el segundo plato de alguien? ¿Has querido a alguien tanto que dolía?–

El rubio suspiró, después de tanto tiempo le tocaba abrir el baúl de sus recuerdos. Su ex novio. Al que había querido más que a nadie y el cual prefirió a otra persona antes que a él. Sabía que esto tenía una razón, y no estaba enfadado con él, pero le quemaba el sentimiento de recordar lo sucedido.

–Jeong Yunho. Él fue mi ex novio. También mi primer amor, y la persona a la que verdaderamente he querido.– se separó de su abrazo para poder escucharle con claridad –Yo le quería mucho, pero él quería más a otra persona. Prefería a otra persona antes que a mí. Mientras yo le entregaba todo mi amor y tiempo, él se lo dedicaba a otra persona. Estuve mucho tiempo en el engaño pensando que yo era su persona especial. Hasta que pasó, me di cuenta de todo. Ahí fue cuando amar me dolió. Le quería tanto que dolía. Dolía que no fuera mutuo, dolía que le hubiera querido sin recibir lo mismo a cambio. Traté de olvidarme de él acostándome con otras personas, pero fue en vano. El primer amor nunca se olvida.–

Miró al rubio fijamente, notando como en su cara se mostraba el dolor interno que sentía al relatar aquello. Quería decirle que parara, pero él seguía y seguía, por mucho que doliera. También quería ser fuerte como San. Cuando este dejó de relatar le preguntó por el asunto de sus amigos y él le contó absolutamente todo.

–Tú no tienes la culpa de sus problemas y no puedes solucionarlos. No tienes que dejar de hablar a quien amas por nada ni por nadie. Ya le estás diciendo a Mingi que deberías verle.–

El menor como siempre tenía las palabras correctas para el momento. Pensó en lo que tendría que haber pasado para que tuviera consejo para todas las situaciones posibles.

…ᘛ⁐̤ᕐᐷ

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