Recuerdos de Lucy

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Ya en su casa Lucy piensa con preocupación en medio de la noche sobre el paradero de Max. Repentinamente Lucy siente la necesidad desesperada de ir a la casa de Max, rápidamente baja las escaleras y sale de su casa.

Lucy camina directamente a la casa de Max sin pensar en nada, lo único que la mantenía en el camino era esa sensación extraña, tranquila y sabor a fresas que la abrumaban. Ya cerca de la casa de Max ella se da cuenta de el mismo sentado en la orilla de la acera observando las estrellas de la fría noche de una manera muy serena.

—¡Max! —exclama Lucy emocionada.

—Lucy —dice Max despues de levantarse con una sonrisa de gran tranquilidad...

La criatura siguió su camino como si esta no existiera, Lucy no podía creer lo que estaba viendo, lo que estaba pasando era Max frente a la criatura sin inmutarse ni un poco con la misma mirada fría de siempre.

—¿Entonces tu eres Yahveh? —interroga la criatura poco sorprendida —hum para ser el dios de todo no veo gran poder proveniente de ti.

—Solo me queda el 1% —le responde Max—de mi divino poder.

La criatura se ríe a carcajadas mientras que Max mete sus manos en los bolsillos del pantalón —entonces esto será muy fácil —dice la criatura de manera entusiasta.

—Para poder matarme tendrás que buscar 100 más como tu— dice Max con arrogancia.

—¡¿Cómo te atreves a decirme débil?! — dice la criatura ofendida —Soy Golosus el devorador de almas...

Max rompe su espada dejando el resto en el interior de Golosus, Lucy solo se queda callada y observa mientras que sus lágrimas recorren su rostro... Golosus cae al suelo y observa el hermoso cielo de la noche mientras que su cuerpo comienza a desvanecerse en el frio viento de la noche.

—Lo siento, les he fallado... —dice Golosus en su lecho de muerte —adiós.

Su cuerpo ha desaparecido llevándose consigo la hoja de la espada de Max y dejando su espada clavada en el suelo, el nunca habia sentido remordimientos al acabar con un enemigo gracias a esto esta batalla quedaría marcada en el para siempre... Max recoge el obsequio que le dejo Golosus y sin decir una palabra toma a Lucy de la mano y los dos se marchan dándole la espalda a aquel felino espectador que observo y demostró su admiración y valor al quedarse hasta el final de la batalla, aquel inocente felino que observaba como los dos se hacían cada vez más pequeños por la carretera...

—Max —dice Lucy—. ¿Qué está pasando? ¿Qué fue todo eso?

—Te lo explicaré —responde Max—. Cuando estemos bien lejos de aquí.

—¡No! —exclama Lucy descontrolada emocionalmente y se detienen en medio del camino—. Necesito una explicación ahora, un monstruo estuvo a punto de matarnos...

—Será que estuvo a punto de matarte a ti —interrumpe Max—, por si no te diste cuenta; destrozo a mi cuerpo mortal, a este recipiente, lo suficiente como para acabar con la vida de cualquier mortal, pero yo no puedo morir, yo soy inmortal, entonces lo que hago es reconstruir el cuerpo y volver a entrar en el, es algo que hago casi de manera inconsciente.

—¿Qué tú qué? Max, ¿Quién eres tú? O ¿Qué eres tú?

—Soy Yahveh, conocido más como Dios, el planificador y el creador de todo este desastre llamado universo.

—No puede ser —dice Lucy casi atónita—, entonces tú eres...

—Si ese mismo soy, del que tanto hablan, del que tanto discuten, del que tanto debaten y del que tanto dudan.

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