Recuerdos de Azrael

9 5 0
                                    

   Una espada empuñada por otras manos detuvo aquel golpe final, espada que era de nadie menos que de Miguel, forcejeando el choque de su espada con el hacha de Izaro, haciendo que pequeñas cantidades de chispas salgan de la fricción de estos dos metales, de la nada cae Azrael del cielo estremeciendo el suelo y rápidamente lanza un ataque con su guadaña, Izaro se alejó de un salto esquivando aquel ataque.

   Los dos hermanos se quedan parados enfrente de su padre que yace en el suelo, uno junto al otro, se quedan mirando a Izaro mientras que poco a poco, uno por uno y cada vez con mayor velocidad; una gran cantidad de ángeles caían del cielo, aterrizando encima de las casas y de los edificios de los alrededores que aún quedaban en pie, todos blandiendo sus espadas y protegidos con sus armaduras, cada uno con estilos únicos de alas, diferentes colores oscuros y poco llamativos, cientos de ellos rodeando a Izaro, unos en la carretera, otros encima de las casas, otros guindados en las barandillas de los edificios, otros encima de los escombros causados por la batalla, todos preparados para una batalla de proporciones bíblicas, todos listos para defender el honor de su padre, todos listos para entregar sus vidas por el universo entero.

   —¡No! —exclama Yahveh—. ¡No lo hagan hijos míos!
  
   —¿Pensaste que nos quedaríamos a ver cómo eras asesinado? —dice Miguel de manera grave—. No, nunca dejaríamos que pasara tal cosa, ya vimos demasiado y nuestros corazones no permitirán que sigamos viendo mientras que aún estén latiendo.
  
   —¡Está es una batalla suicida!
  
   —Lo sabemos —repone Azrael—. Pero no nos importa si morimos todos en esta batalla, tú nos creaste, nos diste vida y si tú mueres, entonces nosotros también.
  
   —Es increíble como los débiles pueden llegar a ser tan ingenuos —dice Izaro con palabras imponentes—. Llevan sus emociones a la irracionalidad haciéndolos cometer actos donde la esperanza ya se había esfumado desde el primer instante, esto ya lo he visto antes, ya he visto como los débiles se alzan contra mí para que yo les muestre el camino del dolor y la miseria acabando con razas enteras, solo aquellos que son inteligentes se arrodilla ante el más fuerte para no sufrir las consecuencias.
  
   —Queridos hermanos míos —dice Miguel alzando su voz—. Hemos luchado incontables batallas, hemos visto caer muchos de nuestros hermanos, hemos visto cómo nuestra moral es aplastada incontables veces, pero nunca hemos visto el día donde hemos perdido alguna batalla, no les voy a mentir, no tengo la certeza de que podamos ganar esta batalla, pero en todo este tiempo nunca lo supimos, pese a las dificultades seguimos luchando hasta el final y esta vez no será diferente, luchemos por nuestro padre, luchemos por el futuro de nuestro mundo ¡y luchemos por nuestro destino! ¡¡¡A luchar!!! ¡¡¡Sean honorables hasta el final!!!
  
   —¡¡¡No!!! —grita con mucha fuerza Yahveh mientras que los ángeles se precipitan a atacar en un grito de lucha.
  
   —¡¿Acaso se volvieron locos?! —exclama Izaro con furia mientras que extiende sus brazos—. ¡¿A caso no saben que esto es un suicidio?!
  
   La feroz batalla comenzó al primer impacto recibido por un ángel acabando con su vida enseguida, el suelo se estremecía con grandes poderes explosivos que impactaban contra Izaro mientras que este salía del polvo que causaba las explosiones a gran velocidad. Izaro golpeaba y hacía añicos a los ángeles con una fuerza y velocidad impresionante mientras que estos se esforzaban y entregaban su vida sin titubear, atacando con sus dagas, espadas, hachas, arcos, mazos—-
  
   Izaro tiene el poder de un Dios, pero semejantes impactos y a esa alta cadencia no lo podía soportar, obligándolo a entrar en un piso 36 de un rascacielos para reducir el espacio y así reducir los ataques de la oleada de ángeles. A través de las ventanas se podía ver la feroz batalla y cómo está destruía todo a su paso; ángeles salían despedidos atravesando las ventanas del rascacielos, atravesando los pisos cuesta abajo, explosiones, grandes destellos de energía, destrucción del nivel de una guerra concentrado en unos pocos pisos de un rascacielos.
  
   Al cabo de dos minutos se debilitó la estructura desmoronándose poco a poco hasta llegar el punto de quiebre y derrumbamiento total mientras estos aún luchaban mientras que todo se venía abajo. El rascacielos impactó contra edificios más pequeños llevándose a más de uno al suelo creando un gran estruendo, haciendo volar muchos escombros por todos lados y dejando al final una gran acumulación de polvo. Muchos ángeles murieron aplastados brutalmente entre los escombros, se podían escuchar gritos de agonía a través del polvo, fue una escena terrorífica al igual que dolorosa para todos los ángeles que se quedaron paralizados observando y escuchando los gritos de auxilio de sus hermanos

Selección AntinaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora