Recuerdos de Max

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El demonio mensajero, adolorido de su mano derecha camina subiendo la gran montaña empinada donde Lucifer lo esperaba mientras que los gritos y llantos se escuchaban por todas partes, pero eso no era nada para él, pues estaba acostumbrado a oírlo todos los dias, como si fuese un canto hermoso para sus oídos.

—¡Señor! —exclama el demonio mensajero.

—Te habías tardado mucho —le dice el imponente Lucifer—. Una semana de espera, a ver, ¿qué noticias me traes?

—Ha aceptado señor, ha aceptado.

—Entonces aceptó eh —dice Lucifer con una sonrisa en su rostro—. Esto de hacer negocios siempre será lo mío, Yahveh, te arrepentirás de haber roto el equilibrio.

—Si señor, por fin seremos libres de esta prision.

—Si lo seremos —dice Lucifer mientras que crea un trono con un movimiento de su mano en la punta de ese montaña—. Y cuando eso pase... Erradicaré todo lo bueno que exista en el universo.

Ya ha pasado una semana desde entonces, gracias al amor entre Max y Lucy el universo ahora era rebosante en el bien, rompiendo el equilibrio y quemando su destino hasta quedar con poco tiempo de existencia, pues Max y Izaro se encontraban frente a frente cerca de la ciudad Starclock, mirándose los ojos mutuamente y con intensidad en medio de la carretera de una zona rural y una luna llena que era acompañada con las estrellas, la tensión que creaban estos dos seres era tal que bebés a sus alrededores empezaron a llorar, los perros aullaban y las luces empezaban a fallar.

—Esto no puede ponerse peor —dice Max de manera natural—. No empecé encontrarme contigo otra vez, Izaro.

—¿Cómo estás Yahveh? —pregunta Izaro como gesto de burla—. Parece que nuestra última pelea no te sentó bien.

—No es más nada que la verdad, tú habilidad de absorber el poder de los seres vivos me dejo en 1% y al parecer viniste por lo que queda.

—Claro que si, si no tengo el 100% entonces no podré usarlos aunque lo quisiera y no podré sentarme en tu trono, para hacer de este mundo un lugar mejor.

—Lo dice el que estuvo absorbiendo y aniquilando planetas todo este tiempo.

—Eso es un pequeño sacrificio para un buen por venir, luego el universo entero me lo agradecerá, haré lo que tú nunca has podido; un mundo perfecto.

—No me gustaría dejarte esa tarea a ti, algo que es imposible, el mundo no puede ser perfecto, tiene que existir un equilibrio, no puede ser solo una cosa; la perfección.

—¿Hablas del equilibrio que rompiste?

—No me digas que —dice Yahveh con sus ojos bien abiertos.

—Si Yahveh, nl creas que no me he dado cuenta, el universo está rebosando del bien, la guerra en todas las especies se ha reducido considerablemente, ahora al pareces cuando les golpean la mejilla ellos ponen la otra mejilla ja, ja, ja, qué patéticos se ven.

—Entonces significa que Lucifer está libre —dice Yahveh atónito—. Me deje llevar por las emociones y ahora nuestro trato está roto.

—¿Lucifer?

—Si, mi hijo.

—¡Ja, ja, ja! —se ríe Izaro a carcajadas mientras se tapa los ojos—. ¡El mismo que delató tu posición! ¡Ja, ja, ja! ¡Al pareces lo único que has hecho es hacer enemigos hasta tu propio hijo!

Mientras Izaro aun reía Yahveh lo golpeó justo en el pecho sin que él se diera cuenta haciendo atravesar los muros de una casa donde los que habitan allí vieron a Izaro levantarse y darse media vuelta, al verlo bien y darse cuenta que era una criatura desconocida rompieron en gritos alertando a todos los residentes cercanos. Izaro saca su espada para callarles la boca para siempre y de la nada ellos desaparecieron dejando un gran silencio interrumpido por un sonido blanco delta que provenía varios metros por la espalda de Izaro, al girarse puede ver a Yahveh parado entre los escombros con unas alas blancas como la nieve que emitían una luz cálida.

Selección AntinaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora