Capitulo 13

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—¿Te sucede algo Susy?— cuestiona Melissa a mi lado.

Salgo de mi trance y volteo a verla. Se nota su preocupación en su cara a lo que niego rápidamente.

—No es nada— sonrió y juguetero con mis manos

—¿Segura? Pareces cansada y tus ojeras están volviendo.

—Tranquila, lo que pasa es que no he estado durmiendo bien, eso es todo.

Melissa intercambia una mirada con Zara y puedo deducir que van comenzar a cuestionarme por lo que me adelanto.

—Chicas tranquilas, no es nada de verdad... Simplemente he estado teniendo pesadillas.

—¿Pesadillas?— frunce el ceño Melissa

—¿Cómo son?— cuestiona Zara

—Solo... Son como recuerdos del pasado.

No hace falta decir de quién se trata, así que solo las escucho suspirar. La rubia pone una mano sobre mi hombro y volteo a verla.

—No se preocupen, pues ya he pensado en visitar a una psicóloga para que me recete algo y así tal vez, deshacerme un poco de esto.

Ellas no parecen muy convencidas con mis respuesta, pero aún así asienten con una falsa expresión de tranquilidad.

Y tal vez piensen que es mentira pero no es así, yo ya había estado pensando en buscar ayuda psicológica.

(...)

La semana transcurrió rápida y como de costumbre. Y aunque había ningún cambio, en cierto modo estaba un tanto triste, pues durante todos estos días no he visto a Iván.

Él y yo siempre nos encontramos en el mismo lugar cuando yo salía de mí trabajo y nos íbamos juntos hasta nuestros apartamentos, sin embargo está semana no fué así.
Me sentía triste, pues disfruto mucho de su compañía.

Volviendo al tema, hoy sábado estoy lista para salir y resolver este problema que no me deja dormir.

Tomo un taxi y después de darle las indicaciones de mi destino, emprendemos viaje.
Durante el recorrido me entretengo mirando por la ventana mientras escucho música.
Amo viajar apesar de que no lo hago seguido, pero deseo que algún día pueda viajar fuera del país.

Pasó alrededor de una hora cuando comienzo a reconocer el barrio.

El lugar dónde crecí...

Le indico al taxista dónde detenerse y después de pagarle finalmente he llegado.

Estoy en casa— murmuro frente a la pequeña casa.

La puerta se abre y la silueta de mi madre aparece.

—¡Susan!— exclama mientras corre para abrazarme

—Mamá— le devuelvo el abrazo enterrando mi cara en su hombro.

Un largo rato estuvimos así. Aferrándome a ella como ella a mí, felices de sentir la calidez la una de la otra.
Nos separamos y nos dirigimos adentro.

Sonrío al oler el aroma de canela del té que mis padres beben todos los días, la fotografía de la familia en una de las paredes de la sala un tanto inclinada, las mismas flores del centro de mesa... todo está igual que cuando me fuí.

Dejo mis cosas en el mueble y tomo asiento mientras mi madre regresa con dos tazas en manos.

—¿Cómo estuvo el viaje? No me avisaste que vendrías por lo que hice nada especial para comer— comenta mi madre dándome la taza.

—Quería que fuera sorpresa— le doy un sorbo—  ¿Y Annie?

—Aún no viene de sus clases, pero no debe demorar.

—¿Y papá?

Mi madre suelta un suspiro pesado— Trabajando, ese hombre no se cansa aún si ya está jubilado.

Sonrío y niego con la cabeza. Mi padre tan terco como siempre, incluso eso no cambia.

—¿Cómo has estado cielo?— pregunta y se inclina para verme mejor— No estás durmiendo bien, ¿Te pasa algo?

Niego rápidamente al notar como si rostro se vuelve preocupado— No mamá, tranquila. Es solo que el trabajo me deja cansada.

Ella suelta una risita y pone una mano sobre mi pierna — Idéntica a tu padre, nunca quieren darse un respiro.

Ambas reímos cuando de pronto la puerta se abre y la alta silueta de mi hermana entra. Se queda quieta un segundo antes de dar un grito ahogado.

—¡Susy!— dice corriendo hacia mi y me levanto para abrazarla y ella me aprieta con fuerza— ¡Te extrañé tanto!

—Yo también Annie...— digo quitando su cabello de mi cara

Ella se separa y da un salto de felicidad, toma mis manos y las aprieta— ¡Hay tanto que quiero contarte!

Sonrío y ambas miramos a mi madre quien solo da un suspiro para después asentir.
Annie ensancha su sonrisa y me lleva hasta su habitación.

Annie, mi hermana mejor y mi mejor amiga es a la persona que también extrañé desde que me fuí de cada. No saben el tipo de vínculo que hay entre hermanas, pues apesar de que siempre podía confiar en mis padres hay cosas que prefería contarle a ella primero.

Al igual que muchas cosas no cambiaron, su habitación claro que sí lo hizo. Y es que ahora ella ya no es una niña, ella es una jóven adolescente de prepa y que por obvias razones, aquellas muñecas que tenía irían desapareciendo con el tiempo para ser sustituidas por algo más a su edad.

—¿Porque regresaste?— cuestiona subiéndose a la cama— Una vez me dijiste que si volvías sería por ayuda y esta es la segunda vez.

—Tal vez quería visitarlos— encojo los hombros.

—Lo hubiera considerado si tan solo tu cara no fuera un mapache, Susan tienes unas ojeras horribles.

—¿¡Tan mal me veo!?— exclamo tirandome sobre la cama mirando al techo.

Annie se inclina para que su rostro esté frente al mío.

—Hace poco compré un corrector que cubre las ojeras más oscuras, tanto que hasta blanquea el alma — dice soltando una carcajada

—Deja de ser tan tonta, ya eres mayor— le doy un empujón quitandola de encima.

Ella deja de reírse y vuelve a inclinarse— Hablando enserio Susan... ¿Qué pasa?

La miro seria y luego doy un suspiro antes de hablar.

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