Capitulo 2

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—Aquí tiene— sonrío y el joven me da un billete pagando el café.

Le devuelvo el cambio y se va. Suspiro y me relajo un poco mientras no llega ningún otra cliente.

Hoy estamos atareada de trabajo y las personas no dejan de venir. Yo estoy haciendo más debido a que Melissa no vino y estoy bastante cansada apesar de que todavía es temprano.

—Cada día te vez peor, pareces un zombi y al mismo tiempo un vampiro— comenta Zara con los brazos cruzados.

Ella es una de mis compañeras de trabajo aquí en la cafetería.

—Sabes, no sé si te hace falta un tratamiento facial, una terapia o un buen sexo— se ríe— Estás terrible.

—Zara— digo cansada

Ella es un chica realmente bella, es una Barbie (literalmente) pero nada que ver con su apariencia, ya que es bastante grosera y directa, tiene una lengua afilada.

Creí que parece más una Regina

No somos muy cercanas tanto como llamarnos "amigas" pero tenemos una buena relación de trabajo.

—Además de que no tienes propinas— toma ese frasco que está junto a la caja registradora —Si sigues así, nunca podrás tener una ganancia extra— dice alejándose

—Lo sé, pero tampoco voy a exigir

—Eso dices siempre— chasquea la lengua— Todos necesitamos del dinero y tú no eres la excepción, sabes que no ganamos mucho y tenemos un extra de las propinas así que no sé que pienses al no exigir.— se encoje de hombros y clientes llegan — No los merecemos

Zara nunca dice mentiras y tiene razón, pero yo no sirvo para hablar, siempre he sido callada y sumisa, así que no puedo exigir... incluso en buscar otro empleo, aunque tampoco puedo conseguir un empleo con solo secundaria terminada.

—Buenos días— saludo con una sonrisa y reconozco el rostro.

Fue toda una sorpresa encontrarme a mi vecino, nunca había venido aquí antes. Llevo bastante tiempo trabajando aquí que conozco bien a nuestros clientes frecuentes y fácilmente se reconocen a los nuevos.

—Buenos días— dice amable y con su mirada fija en mí —un café americano

Sin tomarle importancia a su penetrante mirada, le sonrío y atiendo. Él paga y le devuelvo su cambio e inconscientemente miro el frasco para las propinas.

Él también mira el frasco y luego voltea a verme.
Deja el café en el mostrador y busca en sus bolsillos.

Frunzo el ceño confundida y él saca un billete para ponerlo allí.

— Gracias— toma su café y se va.

Me quedo sorprendida y sin dudar, tomo el billete y lo observo.

—¡Santo cielos!— exclama Zara en mi oído— que suerte

Volteo a verla con recelo y ella levanta las manos en señal de rendición.

—Tengo que devolverlo— murmuro

—¿QUÉ?— abre los ojos y se ríe. La miro seria y ella deja de reír — Debes estar bromeando.

—¿No crees que es mucho?— ondeo el billete frente a ella— tal vez se equivocó

—¿Y eso es tu culpa?— se cruza de brazos y niega — Eres tonta Susan.

—¿Por qué?

Me arrebata el billete y lo devuelve al frasco— Sí se equivocó o no, ese ya no es tu problema, no puedes devolverlo porque no sabes ni quién es y además ¿por qué lo harías?— suspira— deja de ser tan tonta, guárdalo o gástalo, es tu propina... Y si no lo quieres, dámelo que yo sí le daré un buen uso.

Me pasa al lado y regresa a su lugar. Observo el frasco y realmente odio mucho que Zara tenga razón.

El resto del día transcurrió como de costumbre.  Tomo las propinas de hoy y el billete las guardo en mi cartera.

Cuando la hora de irnos llegó, estaba tan cansada que creí que iba a morir, incluso pensé en pedir un taxi hasta casa y pagarlo con eso, pero me arrepentí.

Me pongo mi suéter y me dispongo a irme. La rubia se despide y caminamos en lados contrarios.

Disfruto de mi café caliente mientras camino en la fría y solitaria noche. El aire fresco cala mi suéter y me da escalofríos.
Una lámpara se apaga y me asusta. Comienzo a pensar en lo peligroso que es caminar sola de noche siendo mujer y acelero el paso para poder llegar al siguiente farola.

La mayoría de las tiendas ya están cerradas y las abiertas son los bares de callejones peligrosos. Bajo la siguiente farola, veo una silueta masculina con su celular y esto me pone nerviosa.
Trago saliva y lo cruzo rápido. El apartamento ya no me queda lejos así que no me pasará nada ... Eso creía hasta comencé a escuchar pasos trás mí.

Por favor, por favor

Veo mi edificio y camino más rápido, tanto que siento que estoy corriendo y aún así los pasos se escuchan a la misma distancia.

—Oye— me habla y me detengo.

Su voz.

Me giro para verle y entonces es cuando me doy cuenta de quién se trata.

¿Mi vecino?

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