Capítulo 23

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Tengo suerte muy pocas veces en la vida por lo qué haberme encontrado a Zara horas antes del evento fué un milagro.

Al medio día decidí salir a alguna tienda de ropa y comprar algo barato y presentable para ponerme.
Estaba nerviosa, pues desde que habíamos llegado, no había podido salir debido al frío y la nevada y por obvias razones, yo no conocía nada de la cuidad.

Caminé cuidadosa y buscando alguna tienda.

Entré al menos a tres negocios en los que la ropa era preciosa, tal y lo que buscaba pero nada que yo pudiera pagar con mi dinero.

Siempre me faltaban algunas libras en la tarjeta y tampoco sería tan imprudente de pedirle prestado a Iván.

Con haberme traído aquí es suficiente para no poder pagarle.

Me detuve nuevamente en otra tienda. Ésta a diferencia de las otras se veía más pequeña y cuando entré, había muy pocas personas.
Pensé que tal vez aquí podría encontrar algo que pudiera llegar a mi poca inversión.

No sabía que tipo de vestido llevar, por lo que buscaba entre los que hubiera y si había alguno que me gustara, vería el costo antes de probarmelo.

Entonces encontré el indicado.

Era vestido largo de un color verde oscuro, de corte V y mangas de encaje. Exactamente de mi gusto e indicado de dicho evento.

Era perfecto.

Me acerqué para tocarlo y verlo más de cerca. La talla era la mía y fué bastante oportuno haberlo hallado.
Busqué en la etiqueta el precio pero este no lo tenía.

—¿Disculpe?— llamé a una encargada y ella se acercó rápidamente— ¿Cuál es el precio de esto?

Ella lo observó y me pidió que esperará un momento. Después de unos minutos regresó y apenas dijo la cifra mis ojos se entristecieron.

Me falta

—Muchas gra...

—¿Susan?— una voz desde atrás me interrumpe y volteo.

Las delgadas cejas de Zara están curvadas en sopresa y así también yo.

—¿Zara?

—Que extraño encontrarte aquí— dice dándome una sonrisa— Creí que estarías encerrada en tu casa viendo alguna película vieja mientras comías alguna chuchería.

Pues no estaba del todo equivocada.

Sí jajaja— reí nerviosa— Pues ya ves, los milagros existen.

Ella pone sus manos en su cintura y levanta una ceja.

—¿Lo comprarás?— pregunta mirando el vestido trás de mí

—Lamentablemente no. El dinero que traigo es poco.

—¿Ya te lo probaste?— pregunta y niego inmediatamente— ¿Y que esperas para hacerlo?

—Pero es que...— quise hablar pero ella se va para indicarle a la encargada que estaba conmigo y decirle que me probaré el vestido. Ella me pide que la siga hasta los vestidores y no me queda de otras más que obedecer.

[...]

Subí el cierre y dí un suspiro antes de salir a mostrar cómo me quedaba.
Zara quien estaba tecleando en su celular abrió la boca sorprendida y después sonrió.

—Irreconocible— halagó levantándose— Te queda espectacular Susan. No creí que pudieras llegar a verte así.

—Gracias...— respondí apenada y me miré al espejo— Pero no podré llevármelo.

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