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No te quedes ahí, has algo, finge demencia, pensó Minho.

Él pelimorado se levantó y dirigió su mirada al cielo.— Qué bonito día para irme a dormir, en fin, si, mejor me voy a-

— Alto ahí. — Espetó él castaño frunciendo él ceño levemente mientras veía al mayor tensarse.

Él pelimorado volteó y lo miró incrédulo. — ¿Perdón?, ¿Es a mi?. — Miró hacia todos lados. — Creo qué es a m-

— Si, ajá, te estoy hablando a ti, si te habrás dado cuenta ambos somos los únicos en él patio genio. — Masculló rodando los ojos. — ¿A quién más podría estarle hablando si no es a tí?.

— No lo sé.... ¡Quizás le estás hablando al conejo de allá!. — Señaló y el castaño siguió su dedo viendo cómo efectivamente un conejo blanco regordete corría por ahí cómo si nada. — ¡Ja!, creyó qué no lo vimos, qué escurridizo, hablando de escurridizo, me acabo de acordar qué hay una rata en mi habitación y tengo qué casarla, así qué comper-

— Es sólo un conejo, deja de hablar estupideces y dime porque me estabas mirando desde hace un buen rato. — Exigió molesto sin aguantar una más de las tontas excusas del mayor.

— No te estaba mirando mocoso. — Espetó ya cansado por la actitud del menor frente a él.— Simplemente estaba mirando un punto fijo, estaba viendo un árbol.

Él castaño frunció él ceño, no le creía nada, pero un recuerdo de la fiesta se le vino a la mente por un momento y un apodo resonó por su cabeza.

A tú dormitorio, ¿No es obvio mocoso?, eres molesto.

Su voz, era igual a la del chico qué vio por última vez en la fiesta.

— Tú, ¡Tú eres ese chico de la fiesta!, ¡Ya lo recordé todo!, ¡Tú me trajiste a mi dormitorio y me sacaste de la fiesta!, ¿No es así?. — Aseguró señalándolo con su dedo meñique.

Minho se tensó nuevamente, ¿Acaso había recordado también lo qué pasó en su auto?, estaba muerto.

— ¿Te acuerdas de todo?.— Cuestionó inseguro y muy nervioso. — ¿Enserio lo haces?.

Ya hubiera controlado tú mente y hubiera hecho qué olvides todos los recuerdos de esa noche, pero lamentablemente mis poderes no funcionan contigo, y eso es algo que me atemoriza y molesta al mismo tiempo, pensó él pelimorado.

— Mmmmm, pues si.— Respondió.— Recuerdo qué me sacaste de la fiesta, me llevaste a tu auto y me dejaste en mi dormitorio.

¿Nada más?, ¿No recuerdas nada más Hannie?.

Si por supuesto, lo recordaste todo, deberias agradecerme, ¿Sabes?, no cualquier chico hubiera hecho eso de sacarte de la fiesta porque estabas muy borracho y llevarte a tu habitación, en este caso, cuidarte. — Dijo un poco más tranquilo, pues él mayor prefería qué él castaño no recordara todo lo sucedido.

— Gracias pero a la vez no gracias, ¿Sabes?, cualquier persona con sentido común, ya sea chico o chica si ve qué una persona está en muy mal estado trata de ayudarlo, no dejarlo a su suerte, no veo porque debería agradecerte algo que pienso yo qué cada persona debería hacer. — Soltó simple y sonriendo levemente.

— Vaya, bueno, no sé qué decir ante eso, tienes razón.....— Murmuró, ese chico era todo un caso.

— Siempre la tengo.— Se encogió de hombros, para ese momento él castañito ya había dejado atrás él tema inicial.

Y ambos mirándose fijamente sin decir nada más en aquel gigantesco patio, sintieron unas pequeñas gotas de agua caer sobre sus cuerpos, una lluvia empezaba a comenzar, una lluvia qué al pasar los segundos se ponía más fuerte.

Ambos abrieron sus ojos de par en par, pues seguían plantados en aquel patio mojándose por la lluvia.

Minho sintió que de un momento a otro una mano se enroscaba en su muñeca, Jisung lo agarró y lo jaló mientras esté se ponía a correr hacia la entrada del edificio.

Él mayor estaba siendo jaloneado por él menor en busca de protegerse de la lluvia, una vez llegaron al establecimiento pudieron respirar tranquilamente.

Los dos se miraron por unos segundos hasta qué unos pasos apresurados de una qué otra persona se escucharon por él pasillo y interrumpieron ese momento tan inusual.

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𝙏𝙚𝙡𝙚𝙥𝙖𝙩𝙝𝙮 𝙤𝙛 𝙡𝙤𝙫𝙚. [Minsung] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora