MALA FAMA

9. ¿Te diviertes?

Mi hogar es mi refugio, es donde me siento realmente segura. Nada ni nadie puede entrar a hacerme daño. Y parece ser que es donde siempre tuve que estar.

Layla no para de mandarme mensajes contándome cómo se supone que Ander la mira tan descaradamente. Afirma que tienen una conexión especial, pero por lo poco que he podido conocer de Ander, lo dudo.

No es el típico chico que cree en el amor, va a asegurarse de mostrar su personalidad en este videoclip. ¿Cómo no pude entenderlo cuando escuchaba la canción una y otra vez en el rodaje? Supongo que como el resto del mundo, no entendía la letra. En realidad creo que es el típico cliché de chico malo que quiere enamorarse pero que le da demasiado miedo enfrentarse a eso, porque todos somos fuertes hasta que conocemos el amor, que es lo único que nos hace débiles a todos. Y joder, he estado escuchando sus canciones y ahora sí puedo ver lo que de verdad quería mostrar, ¿cómo nadie se dio cuenta de lo que significaban? 

Son sentimientos rotos, puros sentimientos a flor de piel llenos de dolor. Y a diferencia de Layla, empiezo a descifrar que no habla de ningún mal de amor con ninguna otra cantante.

Te quiero explicar mamá, 

que tu hijo no está bien.

Que siempre quisiste a alguien feliz, 

y que nunca lo fue.

Te quiero explicar mamá,

que quiero desaparecer,

que quiero desaparecer y encontrarme a mí mismo,

pues a nadie supe explicarle,

que tu hijo jamás estuvo bien.

He decidido dejar de contestar a Layla, al menos por unas horas, me resulta demasiado estresante y me pesa demasiado el mismo tema.

Por otro lado, ya es demasiado tarde para desengancharme de mirar su perfil a cada rato para ver qué sube. Me doy una bofetada mental y reitero que lo hago por mera y simple curiosidad.

Sigo escuchando las canciones de Ander sola en mi habitación, cierro los ojos y mis AirPods me hacen sentir como si le tuviera frente a mí, cantando sólo para mí.

Hay algo en él, algo diferente al resto, porque sino, ¿por qué no siento esto con otras canciones? Tiene un don en su voz y otro en sus ojos, pues en mi mente, sus miradas se clavan en mi pecho como un puñal, pero no duele de esa forma, duele de una forma distinta, porque sin entender absolutamente nada, entiendo cómo se siente él, es devastador. 

El humo que salía por su boca lo hacía bailando como jamás en mi vida he visto, esa imagen no se me quita de la cabeza. Sé que tiene muchas historias que contar y lo hace cantando, pero nunca se atreve a explicar con pelos y señales su problema.

Cuando mis dedos ya están tecleando ese nombre que empieza por L, recibo una llamada:

Llamada de Yolanda:

- ¡Mia! Dime que estás despierta -dice eufórica, casi arrastrando sus palabras.

- ¿Cómo si no iba a contestarte la llamada? -río-. ¿Qué pasa? No te andes con rodeos.

Yolanda no es el tipo de personas que me llamaría a las once de la noche sin un motivo justificado. Pero sé que no es nada malo, porque sino su saludo habría sido totalmente distinto.

- Tú, yo, Camila y Nora. En el pabellón detrás del cine de la ciudad. A las doce y media. Vístete -me indica cortante.

- ¿Hay una fiesta?