MALA FAMA

21. La desintoxicación definitiva.

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Allí subiré videos Aesthetic 🍓

Realmente creí que habría olvidado el camino y que tendría que usar un antiguo mapa para poder llegar, pero los árboles siguen alcanzando una altura infinita, la carretera sigue igual de descuidada y aún están esas estaciones de autobuses abandonadas.

Mi ansiedad aumenta con cada kilómetro que avanzamos, pero me he mentalizado lo suficiente durante toda la noche para tratar de ocultárselo a Ander.

Lo peor ha sido mentirles a mis padres y organizar a mis amigas para elaborar el plan perfecto para que crean que estoy de viaje con Layla. Era demasiado arriesgado decirles que nos íbamos las cuatro, pues nuestras familias se conocen y podrían descubrirnos con un solo mensaje de texto, así que opté por Layla, una apuesta segura porque sus padres y los míos no tienen relación.

- Es este desvío -señalo en dirección al camino de tierra que queda a la derecha.

- ¿Por aquí? Joder, da miedo. ¿Dónde coño me llevas? Si vas a matarme y vender mis trozos por internet, te advierto que mis fans pagarían más por todo el cuerpo enterito, no desmembrado.

Río y le doy un codazo. Ha sido arriesgado que él condujese, pero me aseguré de que los tests de drogas y alcoholemia que pillamos anoche por internet de urgencia, dieran negativo para cuando iniciamos la ruta. Temía que si condujese yo, me desviara para no afrontar los recuerdos que me aturden toda esta situación, así que era la mejor opción.

Tras dos horas en este dificultoso camino, me doy cuenta de que la lluvia y que no parece que hayan pasado coches por aquí en todos estos años, han complicado todo el recorrido y ahora resulta caótico. Hay unos hoyos realmente peligrosos, unos charcos que podrían atraparnos y no sé si aquí hay cobertura para pedir ayuda, así que Ander conduce con completo cuidado y rigidez.

- Aparca aquí -digo al llegar a un pequeño trozo de descampado llano.

Ander apaga el motor, bajamos del coche y él empieza a mirar a su alrededor sin entender nada.

- Está a unos pocos metros, está muy bien escondida -explico, él asiente aún confundido y en cierto modo, aún dudando de mí.

Sigue mis pasos sin hacer preguntas, cada uno cargamos con un par de maletas y al final decidimos cogerlas pues las ruedas se hunden en el barro. Escucho alguna que otra queja de Ander hasta que, como esperaba, se queda mudo al ver la cabaña.

Sin embargo, quién casi pierde el conocimiento ante semejante imagen, soy yo.

La recordaba exactamente así, en ese estado de deterioro con las paredes de madera agrietadas, con el camino de hierba hecho todo un desastre y aún puedo sentir las ortigas subir por mis piernas. Pero el reloj es un jodido enemigo para todo aquello que creímos que sería infinito. Parte de las ventanas han caído al suelo, la madera del porche ha cedido y hay un par de agujeros, además, la cerradura parece haberse oxidado del todo y podría jurar que la puerta está abierta.

Eso o alguien ha llegado antes que nosotros.

- ¿Podría haber alguien? -susurro, Ander frena en seco.

- Quédate detrás de mí, comprobaré que no se la hayan apropiado indigentes.

- No tengo un plan B -explico entrando en pánico.

Él hace gestos con la mano para que me tranquilice y se separa de mí. Tiene especial cuidado con las plantas como si le importaran toda esa sarta de hierba alta, evita pisar los agujeros del porche y asoma la cabeza por el umbral de la puerta.