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Elizabeth Ülker

Al abrir mis ojos en la mañana, obviamente después de haber hecho mi pequeño ritual, noté los brazos de Ahmed a mi alrededor que me tenían prácticamente prisionera entre ellos. No me molestaba en absoluto al principio, pero después de un momento, empecé a sofocarme pues ni siquiera podía respirar bien por lo fuerte que me tenía.

«Y se supone que cuando está despierto le molestan los abrazos.»

Después de forcejear levemente para librarme de su agarre sin despertarlo, salgo de la cama lentamente y me alisto para el día de hoy. Me pongo un vestido largo que me cubre prácticamente hasta los pies pues con el frío que hace ni loca me pongo un vestido corto. No me pongo los famosos pantalones que me compraron Ahmed y el abuelo Murat pues siento que no me quedaran para nada bien y no quiero hacer el ridículo.

Cuando termino de vestirme voy directo a la cocina donde empiezo a preparar todo el desayuno para cada integrante de la familia e incluso hago algo para el personal que suele hacer las comidas. Todo lo hago con cuidado pues sigo vendada la mano. Me tomo un poco más de tiempo al preparar el desayuno de Ahmed porque trato de decorar cada cosa, desde el emparedado hasta el jugo de naranja recién exprimido que hice.

Ayer tuve tiempo de preguntar a las señoras que nos ayudan con la comida, cuáles eran las comidas favoritas de Ahmed y fueron de gran ayuda porque me dieron varias opciones, sobre todo para el desayuno.

Después de un tiempo, llegó el personal como lo tenía previsto, les serví el desayuno, aunque al principio se negaron a aceptarlo —lo deduje por sus gestos—, pero al final terminaron comiéndolo todo. Cuando llegó la hora me ayudaron a pasar todo a la mesa del comedor. Todo lo tenía listo y según mi intuición pronto despertarían cada integrante de la familia.

Primero bajó el abuelo el cual de inmediato empezó a molestarme con cualquier cosa que se le ocurrió al momento, después de dos minutos aproximadamente bajaron los padres de Ahmed juntos los cuales se veían algo contentos, pero no dijeron nada más allá del saludo. Aproximadamente cinco minutos después bajó Ahmed el cual se veía algo confundido al verme aquí.

—¿Por qué no me levantaste? Pensé que te había pasado algo ¿Qué estabas haciendo? —le da una mirada rápida al abuelo que se encuentra a mi lado.

—No quería levantarte tan temprano, te veías muy cansado —asiente y se acerca a darme un beso en la frente—. Y para que sepas que estaba haciendo todo este tiempo, debes pasar al comedor.

Todos me siguen hasta las puertas del comedor y cuando las abro se puede ver todo lo que preparé. Agradezco mentalmente a las muchachas que me ayudaron a acomodar todo pues se ve hermoso y apetitoso a la vez.

Cada uno empieza a entrar y a sentarse en su puesto, Ahmed retira mi silla para que me siente y me gusta que sea así de caballeroso, como en los cuentos que Anastasia nos solía contar en la escuela.

El primero que habla es el abuelo.

—¿Tú preparaste todo esto? —señala la mesa.

—Si, yo hice todo —digo orgullosa— y espero les guste como el almuerzo de ayer.

—No sé si supere el almuerzo de ayer, pero déjame decirte que delicioso ya se ve, no puedo esperar a probarlo.

Empieza a tomar varias cosas en su plato y a devorarlas.

—Gracias hija. —dice el padre de Ahmed llamando mi atención.

—Gracias cariño —termina por decir Anastasia.

—De nada. —les sonrío.

Mi mirada se dirige de inmediato a la única persona que no ha dicho ni una sola palabra desde que entramos al comedor.

Hacerte Sentir Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora