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 AHMED ÜLKER

—Señor..., señor —me levanto de inmediato y veo a Asil que está con un semblante preocupado.

Mi mirada se dirige a mi costado por instinto y me doy cuenta de que todo este tiempo he estado abrazando a una almohada.

—¿Dónde está mi esposa? —me levanto de la cama.

—De eso quiero hablarle.

—¡Habla ya!

—La señorita Mariam me encontró en el pasillo hace unos minutos y... —estoy a punto de golpearlo por demorarse tanto en decirme donde está mi Sultana—, ella me dijo que se llevará a la señorita Elizabeth a una sorpresa que usted tenía preparada, pero se me hizo muy raro su forma de actuar, después de eso vi como el hermano de la señorita se la llevaba y eso me pareció aún más extraño por lo que...

«¿Qué hiciste Mariam?»

—¡¿Dónde está?! ¿Hace cuánto tiempo pasó eso?

—Hace unos minutos señor, se dirigían al estacionamiento.

—Llama a los de la caseta de seguridad —termino de ponerme los primeros zapatos que encuentro—, nadie entra ni sale del conjunto.

Salgo disparado rumbo al estacionamiento y al notar que falta uno de mis autos, me doy cuenta de que tal vez es muy tarde.

«Lo voy a matar, no me importa si es el hermano de mi Sultana.»

—¡Auxilio! —alcanzo a escuchar a lo lejos.

Todo el personal de seguridad se dirige en una dirección y yo hago lo mismo con la esperanza de encontrarla. A lo lejos logro divisar el auto que me hacía falta, está rodeado completamente por los de seguridad.

—¡Saquen a todos de ese auto! —digo mientras me acerco corriendo.

Al primero que sacan es al imbécil de George el cual me mira con odio profundo, pero eso ni siquiera me interesa en este momento. Seguido de él sacan a Mariam la cual se ve un poco asustada y con lágrimas en sus ojos lo cual tampoco me importa.

Llego al auto justo en el momento en el que un idiota de seguridad saca a la fuerza del auto a mi esposa.

—¡¿Qué haces imbécil?! ¡Suéltala! —lo hace de inmediato.

Cuando está a punto de hablar la atraigo hacia al abrazo. No alargo mucho el momento pues la idea de que le hayan hecho daño empieza a retumbar en mi cabeza por lo que la aparto de mí y la empiezo a inspeccionar de pies a cabeza.

—¿Qué te hicieron? ¿Estás bien? ¿Te duele algo? —con el corazón a mil, regreso a ver a Asil— Llama a una doctora, ¡Ahora!

—Estoy bien Ahmed, solo... —sé que quiere llorar, pero no lo hace—, solo estoy un poco asustada, yo... —mira a su hermano que aún está custodiado por mis hombres—, George..., él no quería...

—¡El hermano de tu querida Sultana nos secuestró Ahmed! —grita Mariam desde el otro lado y comienza a llorar.

—Es mentira —refuta mi Sultana de inmediato, está asustada—, no le creas Ahmed, ella le metió ideas en la cabeza a mi hermano sobre ti y...

—Cálmate —la abrazo otra vez—, después hablaremos de eso, ahora quiero que entres y esperes a que te revise la doctora ¿Está bien?

—Está bien, pero..., no le hagas nada a George, él no...

Me molesta un poco su desesperación para que no le haga nada a su hermano, pero la entiendo, aunque me moleste la comprendo, pero eso no cambia las cosas y su hermano va a pagar esto que ha hecho de cualquier manera

Hacerte Sentir Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora