NARRADOR OMNISCIENTE
Una semana entera había pasado desde aquella pelea, una semana desde la última vez que escucharon sus voces. No se saludaban, no se despedían, no cruzaron ni una palabra. La única manera que tenían de saber el uno del otro, era a través de alguien del servicio.
Ambos fueron tan obstinados, tan testarudos, hasta esa mañana cuando todo se vino abajo.
Después de varios intentos, Mariam al fin pudo encontrar la manera de infiltrarse en el conjunto residencial donde vivía quien ella creía, era el amor de su vida. Las voces en su cabeza le aseguraban que Ahmed la estaba esperando y que era infeliz con esa arribista llamada Elizabeth, que ahora mismo estaba en la que debió de ser su hogar y no la de ella.
—Maldita, me quitaste todo y hoy es el día en que me lo devolverás con creces. —dijo Mariam mientras se vestía de empleada. Llevaba el mismo uniforme que las chicas que trabajaban en la casa de su amor.
Para su suerte, la nueva chica de servicio que debía llegar ese día a la mansión, aceptó un poco de dinero para dejar que Mariam entrara en su lugar. Era un ganar ganar, así que no le vió problema alguno al hacer el trato.
—Buenos días ¿señorita...? —era uno de los guardaespaldas que vigilaban la entrada.
—Lucía, soy la nueva empleada.
«Por favor, que no me descubran, por favor» suplicaba en sus adentros.
—¡Cierto! lo había olvidado, pasa. —le abrió la puerta, no sin antes recordarle que la entrada de los empleados era por la parte trasera de la casa.
—Lo siento, es que soy nueva y gracias. —le dió su sonrisa más encantadora para ganar su confianza y evitar que la siga.
Su plan era sencillo, sólo necesitaba unos momentos a solas con Ahmed sin que esa mujer esté revoloteando por ahí, pues sabía —o eso creía— que Elizabeth lo tenía amenazado y por eso Ahmed se alejó de ella.
Mariam sabía que en menos de quince minutos llegaría Ahmed. Lo había estudiado toda la semana y siempre llegaba a la misma hora. Por eso debía ser rápida con el asunto de Elizabeth. Y como si Dios la hubiese escuchado, vio como una muchacha se dirigía al segundo piso con una bandeja.
—Hola —llamó la atención de la chica—. Soy Lucía, la chica nueva.
—Oh, Hola. —trató de seguir, pero Mariam se interpuso en su camino.
—¿Yo podría entregar esta bandeja? Es para la ..., para la señora ¿verdad?
—Si, pero no te preocupes, puedo hacerlo yo.
—Espera, espera, lo quiero hacer yo, por favor —trató de usar su mirada encantadora—, es mi primera vez en la casa y quisiera conocer a la señora para presentarme.
—Está bien, ten —le pasó la bandeja—. Pero si no está despierta no la hagas levantar, solo lo dejas en su mesa y más tarde te presentarás con ella ¿ok?
—Entiendo, gracias.
Después de recibir las instrucciones de donde quedaba el cuarto y como debía comportarse con la "señora", al fin llegó a la puerta de la arribista. Estaba preparada para todo. Si estaba despierta podría usar uno de los golpes que aprendió en sus clases de taekwondo para desquitarse y a la vez para noquearla.
Cuando Mariam entró al fin a la habitación, no necesitó hacer ningún movimiento, pues la arribista estaba profundamente dormida por lo que se fue por el plan B. Dejó la bandeja en la mesa y sacó de su delantal las gotas que le habían recomendado para dormir. En vez de usar el gotero, vació en el jugo todo lo que quedaba en el frasco y salió casi corriendo del lugar.
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Hacerte Sentir Mi Amor
Romance2DO LIBRO La vida de Elizabeth ha cambiado drásticamente y todo por culpa de un hombre que ahora dice quererla pero que le ha hecho tanto daño. Ahora se debe enfrentar a los nuevos retos que implican vivir en Turquía, junto al hombre que la ha salv...