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ELIZABETH AYDIN

—..., y si, es una gran persona pero es muy consentidor y yo lo siento mucho mis niños, pero no dejaré que él los malcríe como a mi, ustedes serán como su madre, tan hermosos como bondadosos y educados.

La escena que veía ante mí, me conmovía demasiado. Ahmed sería el mejor padre para mis bebés, de eso estaba segura.

Lo había escuchado hablar desde cuando les pidió a mis bebés que me levantaran —y vaya que lo hicieron—, sin embargo, no quise abrir los ojos para seguir escuchándolo pues temía que aun estuviera enfadado conmigo y se callara al verme despierta.

No entendía porque estaba en una sala de hospital, pero de seguro tenía algo que ver con mis bebés y mi mala forma de cuidarlos. Me había preguntado tantas veces si otra hubiera sido su madre ¿estarían mejor que conmigo?.

Cuando me doy cuenta que he movido mi mano, me arrepiento, pues Ahmed se calla y me mira por unos segundos que parecen eternos.

«¿Sigue enojado?»

—¿Despertaste? —parecía que no podía creérselo— ¡Despertaste! —sus brazos me envolvieron con fuerza, como si no quisiera soltarme nunca.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí? ¿Los bebés están bien? —atiné a decir.

Ahmed se separó y me miró preocupado.

—Espera, debo llamar a que te revisen.

Y así lo hizo, en un momento entraron todo tipo de doctores y lo sé porque cada uno se iba presentando mientras me decían que iban a revisarme. Tardaron mucho pero sabía que era por mi bien y el de mis bebés. Ahmed no dejó de preguntar sobre cada cosa que revisaban y solo cuando todos salieron del cuarto lo vi respirar con normalidad.

—¿Ahora si me puedes decir qué pasó? —volvió a sentarse a mi lado y tomó mi mano.

—Te envenenaron —creí haber escuchado mal.

—¿Qué? ¿Quién?

—Mariam, creemos que lo hizo con tu desayuno.

—Mariam, Mariam, siempre ella —retiré mis manos de las suyas con fuerza. No quería saber más de esa mujer después de mi intento de secuestro y ahora incluso me quizo matar—. Y ahora de seguro sigue por ahí haciendo...

—La arrestaron y la van a procesar por lo que hizo. Mañana iré a dar mi declaración para que no la dejen libre y pague por lo que te hizo, así que no debes preocuparte por nada más que recuperarte ¿si? —tomó mis manos nuevamente y las besó.

Nunca pensé odiar tanto a una persona, pero el solo hecho de haber atentado contra mis bebés, ya me hacía aborrecerla.

Aun así, no dejé pasar desapercibida la expresión de Ahmed cuando hablaba de ella. Se notaba que estaba enfadado y muy decepcionado.

—Gracias a Dios mis bebés están bien —lo había escuchado de uno de los médicos—. Si les pasaba algo, yo...

—No les pasó nada y eso es lo importante —dijo tajante, pero noté su arrepentimiento—. Perdón, es solo que no me gusta recordar que estuviste a punto de ..., de irte de mi lado.

—Perdón. No me había dado cuenta hasta ahora que capaz y no haz descansado por estar al pendiente.

—Nada de pedir perdón, eres mi esposa y no podría haber descansado hasta ver tus ojos llenos de vida como ahora —de un momento a otro se levantó de su asiento—. Por cierto, entre tantas malas noticias tengo una buena.

Hacerte Sentir Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora