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—¿Estás segura cariño? ¿Muy, muy segura de ir? Si no quieres está bien, podríamos irnos juntas a casa de tu tía para despejarnos o...
—Estaré bien mamá, si quiero ir. —respondió su hija con una sonrisa pequeña adornando su rostro.
La señora Kang sabía que debía dejar ir a Halley y que ella tomara sus propias decisiones. Lo sabía bien.
Pero era una mamá preocupada por su hermosa adoración, su pequeña princesita que recordaba estar en sus brazos durmiendo con tranquilidad y sonriendo cada vez que tocaba su naricita haciendo un "boop" con su voz para divertir a esa bebé.
Recordaba aquello como si hubiese sido ayer pero ahora, una adolescente de diecisiete años la veía con emoción.
Cuando escuchó a su bebé decir su primer palabra, la cual había sido «mamá» fue el mejor día de su vida. La señora Kang fue tan feliz, sintió tantas emociones en ese momento; lo mismo ocurrió hacía dos semanas atrás.
Su ahora no tan pequeña bebé, de la nada había llegado a la cocina donde ella estaba horneando galletas de chocolate para su hija y por supuesto, el adorable de Seojun, a quien le tenía mucho cariño ya. Escuchó un «mamá» de pronto y reconociendo esa voz, a pesar de haber cambiado a diferencia de cómo era hacía nueve años atrás, vio a Halley con sorpresa.
Ella le sonría y volvió a repetir esa palabra.
Las mismas sensaciones que antes.
No podía sentirse más completa de que finalmente su bebé estuviera dando un gran y significativo paso; abriéndose camino a retomar una vida completamente normal, olvidando su pasado. Ese terrible día.
Soltando un suspiro, asintió.
—Está bien, sí, deberás hablarme cada cuatro horas, no, tres, no, no, mejor que sean dos, ¿entendido? —Halley rodó los ojos con diversión.
—¿No prefieres que te hable cada media hora?
—Que graciosa eres Halley Kang. —su madre la vio con seriedad.
Seojun, quien había estado ahí en el momento en que su novia le dijo a su mamá que quería ir al viaje escolar de la próxima semana, solo rió.
—Prometo cuidarla como a mi vida, señora Kang. —habló por fin.
Claro, había que aclarar:
Halley era su vida.
—Tendré a un niñero en vez de un novio. —replicó Halley.
—¡No es cierto! Si fuera tu niñero probablemente te haría irte a dormir a las 8, pero ¿sabes? Es buena idea, señora Kang, seré el niñero de su hija, espero que me pague bien por cuidarla, ella es muy difícil. —hizo una mueca con exageración.
