Jennie Kim, una importante empresaria de Corea del Sur, casada con una joven de su misma clase social. Su vida parecía perfecta...pero para su desdicha, eso estaba muy lejos de la realidad.
Roseanne Park, una joven que después de la muerte de su pad...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Hola querida, ¿me extrañaste?" escucho una voz conocida a mis espaldas.
Esto debe ser una maldita broma.
Cierro mis ojos al escuchar esa inconfundible voz, siento sus manos acariciando mi espalda intentando abrazarme.
—Pensé que te había quedado claro que no eres bien recibida en este lugar Florence.
—Nadie aquí es capaz de prohibirle la entrada a tu prometida Rosé.
—Hasta donde yo recuerdo, tú y yo hace mucho tiempo ya no somos nada.
—Nos puedes dejar solas Sehun, por favor. —le dice a mi tío que solo se encontraba en silencio a mi lado.
—No es necesario tío, Florence ya se va.
—¿Tienes miedo cariño?
—¿Miedo yo?
—Sí, miedo de caer en mis encantos y darte cuenta que me deseas tanto como yo a ti y que nunca has dejado de hacerlo...de aceptar que te mueres por tenerme entre tus brazos nuevamente.
—Jajaja por Dios, que seguridad la tuya, eh.
—¿Me lo vas a negar querida? ¿Me vas a negar que me has extrañado? —dice acercándose a mi boca.
—Sigue soñando. —llevo el trago a mi boca intentando quitarme el mal sabor de boca que me causa esta mujer.
Lo hago de modo de restregarle mi anillo en la cara y ella rápidamente lo nota, clava sus ojos en el y luego vuelve su mirada hacia mí.
—¡Qué demonios significa ese anillo en tu dedo Roseanne! ¿Te atreviste a cambiarme por otra mujer? ¡En serio te atreviste a cambiarme, no lo puedo creer!
—Tío llama a seguridad, que la saquen de aquí.
—¡Respóndeme maldita sea! Respóndeme o te juro que te vas a arrepentir de...
—Lárgate o te saco yo misma de aquí, a patadas si es necesario.
—Quiero una maldita respuesta Rosé.
—¡Sí, si me casé! y te recuerdo que nuestro compromiso se acabó hace meses. Así que ubícate y compórtate Florence.
—¡Eres una desgraciada! —grita soltándome una gran bofetada —Esto lo va a saber mi padre y sabes que no le va a gustar nada lo que hiciste.
—Tú y tu padre francamente me tienen sin cuidado. Hazme el favor y retírate.
—¡Pues no, no me voy a ir hasta saber por quien me cambiaste! ¿La conozco? ¿Es alguna de esas zorras con las que estuviste?
—No tengo porqué darte explicaciones. ¡¿Qué pasa con la seguridad tío?!
—¡Me las vas a pagar infeliz! ¡Tú y esa estúpida perra con la que te casaste, te lo juro! ¡A Florence Pugh nadie la cambia ni la deja tirada!