IV. THE MONSTER AND THE SUPERHERO

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LA AMBULANCIA NO TARDÓ EN LLEGAR en el momento que alguno de los que disfrutaba su tarde en Rink-O-Manía había presenciado el ataque de Eleven a Angela los llamó

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LA AMBULANCIA NO TARDÓ EN LLEGAR en el momento que alguno de los que disfrutaba su tarde en Rink-O-Manía había presenciado el ataque de Eleven a Angela los llamó.

A Mike le salía humo por las orejas, y Lizzie en realidad no lo culpaba, era verdad que Eleven había cruzado un límite, pero también Angela lo había hecho. No solo había hecho sentir mal, se había burlado de ella, la había humillado, había tenido el descaro de nombrar a Hopper y reírse de él. Eso era aún peor de lo que El había hecho y Lizzie la entendía, el odio la había cegado.

Jonathan y Argyle había llegado a recogerlos y definitivamente no era así como esperaban encontrarlos, pero ambos estaban los suficientemente drogados para no reaccionar de mala manera.

El único que no había sido razonable y no le había dirigido ni una mirada a Eleven fue Mike. Tampoco Will le había hablado, pero Will normalmente transmitía mucho y las miradas que les dedicaba a su hermana al menos la hacían sentir que la apoyaba.

Por otro lado, los que se mantenían positivos y le dedicaban palabras de aliento eran Lizzie y Simon, quienes parecían haber sido los únicos que hasta disfrutaron el golpe que había recibido la chica.

―Sé que es una situación fea y todo eso ―comenzó Argyle―, pero la futura reina del baile estará bien. Solo fueron ruedas de goma.

―De plástico ―corrigió Jonathan―. No plástico duro, solo... el que es blando.

―Totalmente ―dijo el de cabello largo―. ¿Alguna vez pensaste por qué las ruedas no son de madera? ¿O de metal? Para que la gente no salga lastimada cuando le pegan ―Jonathan asintió―. Si, porque pasa más de lo que crees, viejo. ¡Ataques con patines! ―exclamó mirando a los cinco adolescentes atrás.

―Vaya, al menos no estaban patinando sobre hielo.

―¡Le habría rebanado la nariz entera!

Jonathan gimió de dolor tocándose la nariz.

―Pudo haber sido mucho peor.

―¡Mucho peor! ―dijo Jonathan―. Si lo vemos en perspectiva, solo fue un accidente mini.

―Qué palabra graciosa ―rió Argyle.

―"Mini".

―"Mini".

Y siguieron repitieron esa palabra en todo el camino. Lizzie tenía ganas de golpear a cada uno con un patín. La rubia agradeció a Dios mentalmente cuando llegaron a la casa Byers y la primera en bajarse, no sabía cuánto iba a durar aguantando a esos dos.

―¿Mamá? ―llamó Will.

Pero se llevaron otra sorpresa.

―¡Vaya, vaya! ¡Qué alegría verlos! ―exclamó Murray Bauman desde la cocina.

𝐅𝐄𝐌𝐄𝐍𝐈𝐍𝐄, will byers. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora