━━━━━━❛❛ Lizzie Hargrove no es menos femenina por juntarse solo con chicos ❜❜
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Cuando William Byers es víctima de un acontecimiento anormal sucedido en Hawkins, Lizzie Hargrove da todo lo que está su alcance para poder recuperar a...
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Omnisciente
⎯¿¡Cuál es tu ubicación!?
⎯Llegando a Pickett en cinco minutos ⎯indicó Nancy, hablándole a Mike por el walkie.
⎯Están más cerca. Avísanos cuando lleguen.Y Nancy, cuidado, por favor.
⎯Agárrense. ⎯les hizo saber Nancy, con determinación.
El auto dobló con brusquedad, casi levantando dos ruedas en la maniobra y haciéndolas chirriar, a lo que Lizzie tuvo que sostenerse para no deslizarse hacia la ventana. Simon estaba inmóvil, sin una pizca de tranquilidad en su expresión: su respiración era rápida, cortada, como si su cuerpo entero estuviera en constante anticipación de lo que vendría. Tenía las manos abiertas sobre la rodillas, tensas, preparadas. Lizzie lo observó detenidamente, nunca lo había visto tan asustado, y deseaba poder decirle que no lo tuviera, pero ella estaba igual.
Los arboles desaparecieron y dejaron paso a las calles residenciales, donde todas las casas, repentinamente iguales, sombras sin vida que observaban al pasar el auto a un ritmo imposible. Lizzie tragó saliva, sintiendo que la garganta se le cerraba. Podía imaginar, sin necesidad de que alguien se lo dijera, al Demogorgon moviéndose entre esas casas, acechando, respirando como una bestia hambrienta. Cada segundo era uno menos para Karen, Ted y Holly.
Y ella no podía sacarse de la cabeza la imagen de la criatura ya dentro de la casa, destrozando todo a su paso.
El auto dio un último salto cuando Nancy pisó el freno con brusquedad, deteniéndose a pocos metros de la entrada. El chirrido de los neumáticos cortó el aire y todo su interior vibró con el impacto. Lizzie sintió como el mundo se inclinaba hacia adelante un segundo, como si fuera a desmoronarse.
Pero el auto se detuvo. La casa quedó frente a ellos. Listo para tragarlos a todos.
Simon ni siquiera recuerda haber tomado aire antes de abrir la puerta del auto. Solo siente el golpe seco del viento frío pegándole en la cara cuando sus zapatillas tocan el suelo, como si la noche completa hubiera decidido empujarlo hacia adelante. No recuerda pensar, ni calcular, ni esperar a que los demás salgan. Instinto puro. Ese tipo de impulsos que nacen en el estómago cuando sabes que algo terrible está pasando detrás de una pared, detrás de una ventana iluminada, detrás de la puerta de una casa donde jamás debería estar ocurriendo nada sobrenatural. Pero esa noche, sí. Esa noche, lo imposible está adentro.
Corre. Sus piernas se mueven antes que su cabeza pueda entender qué está por enfrentar. Ha escuchado descripciones. Rumores. Voces quebradas contando lo que vieron en el Upside Down. Gente que dijo que tenía pesadillas desde entonces. Pero Simon nunca lo vio. Nunca estuvo frente a frente con eso. Y mientras corre por el jardín de los Wheeler, con el pasto mojado resbalándole bajo las suelas, siente cómo cada historia que creyó exagerada empieza a volverse real, demasiado real, como si las palabras nunca hubieran sido suficientes para describir lo que lo espera adentro.