Himno a la belleza

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¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo, Oh, Belleza? Tu mirada infernal y divina, Vuelca confusamente el beneficio y el crimen, Y se puede, por eso, compararte con el vino.
Tú contienes en tu mirada el ocaso y la aurora;
Tú esparces perfumes como una tarde tempestuosa; Tus besos son un filtro y tu boca un ánfora Que tornan al héroe flojo y al niño valiente.
¿Surges tú del abismo negro o desciendes de los astros? El Destino encantado sigue tus faldas como un perro; Tú siembras al azar la alegría y los desastres, Y gobiernas todo y no respondes de nada,
Tú marchas sobre muertos, Belleza, de los que te burlas; De tus joyas el Horror no es lo menos encantador, Y la Muerte, entre tus más caros dijes,
Sobre tu vientre orgulloso danza amorosamente.
El efímero deslumbrado marcha hacia ti, candela, Crepita, arde y dice: ¡Bendigamos esta antorcha! El enamorado, jadeante, inclinado sobre su bella Tiene el aspecto de un moribundo acariciando su tumba.
Que procedas del cielo o del infierno, ¿qué importa, ¡Oh, Belleza! ¡monstruo enorme, horroroso, ingenuo! Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta De un infinito que amo y jamás he conocido?
De Satán o de Dios ¿qué importa? Ángel o Sirena, ¿Qué importa si, tornas -hada con ojos de terciopelo, Ritmo, perfume, fulgor ¡oh, mi única reina!-
El universo menos horrible y los instantes menos pesados?

Las Flores del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora