019 » eco de duda

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Taehyung observó cómo los jueces se acercaban al centro del concurso, posicionándose frente a todos los participantes. Con un movimiento suave, se reincorporó en su lugar y les dedicó una reverencia en señal de respeto. A su alrededor, los demás participantes imitaron su gesto, mientras el juez de cabello oscuro, con una leve sonrisa, correspondía amablemente. En sus manos Taehyung notó que el hombre sostenía una hoja de papel que, sin duda, contenía los nombres de los ganadores. Aunque sabía que era imposible, sentía como si pudiera penetrar el papel con la mirada, deseando desesperadamente conocer el contenido de esa lista. La ansiedad lo consumía, aunque intentaba mantenerse sereno.

Por más que estuviera orgulloso de su obra, de lo que había logrado, no podía evitar que las sombras de sus inseguridades lo acecharan. Habían estado con él durante años, y no desaparecerían de la noche a la mañana. Mientras se mordía las uñas, pensamientos oscuros invadían su mente: si no lograba un puesto, por mínimo que fuera, el peso de la derrota lo aplastaría, haciéndolo sentir insuficiente, indigno de su propio arte. Era consciente de lo irracional de esos pensamientos, pero al fin y al cabo, era humano, y no podía culparse por la negatividad que lo envolvía. Sabía que no era el único, muchos compartían esa misma lucha interna.

El silencio cayó sobre la plaza cuando el juez de cabello oscuro aclaró su garganta con una tos profunda, reclamando la atención de todos. Los participantes, expectantes, centraron su mirada en él, mientras Taehyung sentía su corazón acelerarse con cada segundo que pasaba. Entonces, el juez comenzó a hablar.

—Antes que nada los tres jueces queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento por el interés, la participación y el esfuerzo que han dedicado a sus obras. Ha sido un verdadero placer presenciar el resultado de tanto talento. Todos han hecho un trabajo excelente, y queremos que sepan que, independientemente del resultado, su valor como artistas no depende de este concurso. Lo que más hemos valorado aquí es cómo cada uno de ustedes ha seguido el tema propuesto. Después de una deliberación conjunta, hemos llegado a una decisión final. Debo admitir que no fue una tarea sencilla—. el juez hizo una pausa para respirar profundamente antes de continuar. —Anunciaremos los resultados, comenzando por el puesto más bajo hasta llegar al primero.

El ambiente estaba cargado de tensión. Taehyung, como todos los presentes, se encontraba al borde de sus nervios. Sentía cómo su cuerpo temblaba, con los vellos de punta, incapaz de contener la ansiedad. Dirigió una mirada a Jimin, quien le levantó los brazos en un gesto de apoyo, intentando transmitirle algo de calma. A su lado, Jungkook, que acababa de llegar, le sonreía de manera cálida y tranquilizadora. Sin embargo, cuando Taehyung volvió su atención hacia los jueces, notó que Hajoon lo miraba con una sonrisa cínica, casi despectiva. Ese gesto lo inquietó profundamente, llenándolo de una sensación de malestar. Sentía la rabia de aquel hombre que solía admirar dirigida hacia él, pero la razón detrás de esa hostilidad seguía siendo un misterio que aún no lograba descifrar.

—El tercer lugar es para... —comenzó a anunciar el pálido, y en ese momento, Taehyung sintió cómo sus nervios alcanzaban un punto álgido. La tensión era palpable, extendiéndose entre los participantes como una corriente invisible. —¡Lee Donghae!

Una oleada de aplausos llenó el espacio, mientras Taehyung observaba cómo Donghae, el nombrado, se llenaba de emoción. Con una sonrisa que casi cerraba sus ojos rasgados y una lágrima asomando en el borde de su ojo derecho, avanzó rápidamente hacia el centro para recibir su trofeo de bronce, acompañado de un certificado y un cheque. —Felicidades—. añadió el juez. —has logrado una interpretación maravillosa al retratar el amor nocturno como una cena familiar.

Donghae hizo una reverencia respetuosa antes de dirigirse al lugar marcado con el número tres, pintado en tiza en el suelo. Taehyung, mientras tanto, sentía cómo el miedo volvía a apoderarse de su mente, ahogando por momentos su confianza. Las dudas, que había intentado apartar, resurgían implacables. ¿Y si no ganaba? ¿Y si su trabajo no era suficiente? ¿Tendría la capacidad de volver a competir en otro certamen? ¿Podría soportar una vez más el peso de un posible rechazo?

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