013 » pinturas y conflictos

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Taehyung nunca fue el tipo de estudiante que se distraía con facilidad, que dejaba sus tareas sin hacer, o que se perdía en la clase por la más mínima interrupción. Aunque sus calificaciones no siempre reflejaban la excelencia, rara vez llegaba a suspender un examen. Esto probablemente se debía al ambiente estricto en el que había crecido; sus padres siempre habían mantenido expectativas altas, y aunque Taehyung se quejaba de ello, sentía que esa disciplina le había permitido completar su educación con éxito. Sin embargo, lamentaba no haber podido seguir la carrera que realmente deseaba, un sueño que todavía no había logrado alcanzar.

No obstante, ahora estaba dando pasos importantes hacia esa meta, especialmente con la posibilidad de aprender de un maestro tan ilustre como Bae Hajoon. Taehyung no podía sentirse más agradecido con Hoseok, después de todo, fue gracias a él que esta oportunidad se hizo realidad.

Hoy sería su primera sesión con Hajoon, y aunque sabía que el propósito de la reunión era estrictamente educativo, no pudo evitar prestar una atención adicional a su apariencia. No pretendía impresionar de forma ostentosa, pues su estilo era más bien sencillo, pero sí se aseguró de que cada detalle estuviera en perfecto orden, de que cada mechón de cabello estuviera colocado con precisión.

Llevaba aproximadamente media hora sentado en su sofá, aunque su cuerpo permanecía quieto, sus ojos se movían con nerviosismo, inspeccionando cada rincón de la sala en busca de alguna imperfección. Las uñas de sus manos casi al borde de romperse, y su pie golpeando el suelo de manera constante como si fuese un tambor, eran señales claras de su ansiedad.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido del timbre resonando en toda la casa. Se levantó de un salto y avanzó con pasos rápidos, sin ser plenamente consciente de sus movimientos. Su mente estaba completamente absorta en su apariencia, tratando de imaginar cómo lo percibiría el otro y criticándose internamente, como si nunca pudiera sentirse lo suficientemente bien.

Antes de abrir la puerta, hizo una pausa para tomar aire y tranquilizarse. Giró lentamente el pomo, pero finalmente abrió la puerta de un tirón, incapaz de contener su ansiedad.

Para su sorpresa —y, en esta ocasión, desilusión—, el visitante no era otro que Hoseok. La sonrisa que había comenzado a formarse en su rostro desapareció al instante, dejando una expresión neutral. Observó al azabache de arriba abajo, claramente desconcertado por su presencia inesperada.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con tono seco, apoyándose contra el marco de la puerta, los brazos cruzados y el rostro inmutable.

—¿Sorpresa? —responde Hoseok con una sonrisa que es una mezcla de entusiasmo y nerviosismo, mostrando todos sus dientes. Simultáneamente, levanta las manos, revelando dos botellas de lo que parece ser vodka.

—¿Vodka? ¿A qué se debe esto? —inquire tomando las botellas para leer las etiquetas, aunque en realidad no le importara demasiado lo que decían.

—Para que disfrutemos de tu primera clase.

—¿Vodka para mi primera clase? Debes estar bromeando. Con esto no podría ni sostener el pincel. —replica Taehyung con una sonrisa indulgente, reconociendo el gesto fallido pero bien intencionado de Hoseok—. Y cuando dices "disfrutemos", ¿acaso te has autoinvitado?

—Bueno... —Hoseok se rasca la nuca y se pasa la lengua por los labios, visiblemente nervioso—. Solo quería quedarme para observar, ya sabes. —En realidad, eso era exactamente lo que deseaba. No por celos, pues no tenía razón para sentirlos dado que solo eran amigos. Su verdadero interés residía en ver a Taehyung.

—De acuerdo. —cedió—. Pero hazme el favor de llevarte estas botellas, bajar a la tienda y comprar algo más suave.

—¿Quizá vino? —pregunta recuperando las botellas.

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