022 » final

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Hoseok intentó abrir la puerta con premura. La llave parecía no encajar en la cerradura de inmediato, y tras varios intentos frustrados que se prolongaron por unos diez segundos, finalmente logró girar el cerrojo. Taehyung se consideraba culpable; besaba el cuello del abogado con fervor mientras este luchaba con la cerradura. La ansiedad que sentía era tan intensa como la emoción de la noche de Navidad, aunque en este momento, la promesa de estar con Hoseok superaba con creces cualquier regalo material.

Una vez que la puerta se abrió y ambos entraron en la casa, Hoseok cerró la puerta detrás de ellos con una rapidez que casi parecía desesperada. Sin soltar a Taehyung, lo empujó contra la puerta, su cuerpo presionado contra el de él en una acción intensa y demandante. El azabache lo besó con urgencia, sus labios y manos explorando cada rincón del cuerpo del castaño. Sus manos deslizándose por la espalda de este hasta alcanzar sus glúteos, que agarró con firmeza. Con una demostración clara de su deseo, lo levantó con fuerza.

Taehyung comprendió al instante la señal de Hoseok. Envolvió sus piernas alrededor de la cintura del hombre con agilidad, preparándose para lo que venía. Entonces este comenzó a moverse, guiado por una mezcla de pasión y prisa mientras avanzaba hacia su habitación. Sin embargo, la falta de visibilidad y el frenético ritmo provocaron que la frente de Taehyung chocara con el borde superior de la puerta del pasillo. El impacto hizo que un sonido sordo resonara en la habitación, y Hoseok se detuvo de inmediato, separándose del ojimiel en un gesto involuntario. A pesar de la brusquedad del movimiento, no lo soltó, manteniéndose firme en su abrazo.

Ambos se quedaron un momento así, la tensión del golpe marcando un breve instante de pausa en su fervorosa interacción. Hoseok, con una expresión de preocupación en su rostro, miró a Taehyung mientras este se recuperaba del choque. La situación, aunque interrumpida, no mermaba el deseo ardiente que ambos compartían.

—Dios mío, Taehyung, ¿estás bien? —preguntó Hoseok con preocupación, su pulgar acariciando el lugar del golpe. Taehyung solo pudo reírse, observando cómo la inquietud de Hoseok se disipaba con un suspiro—. Perdóname.

—Está bien, me ha hecho gracia. —respondió restándole importancia a la situación. Luego, lo besó de nuevo, notando cómo las comisuras de los labios del abogado se curvaban en una sonrisa mientras su lengua exploraba la suya. Lo condujo con cuidado hacia el colchón, recostándolo con una delicadeza que contrarrestaba su evidente desesperación. La intensidad de su deseo era palpable.

La forma en que Hoseok lo miraba mientras le quitaba la camiseta, sus ojos recorriendo la piel desnuda de Taehyung con admiración y deseo, lo hacía sentir profundamente deseado. Cada toque de las manos de aquel hombre, tan suaves y meticulosos, mientras deshacía del pantalón del castaño, hablaba de un amor y una pasión sinceros.

Finalmente Hoseok se desnudó, mostrando su piel morena que se unió a la de Taehyung. Los cuerpos se encontraron, pecho con pecho y labios con labios. Hoseok, con movimientos lentos y deliberados, bajó la ropa interior del castaño, rozando sus miembros en el proceso.

La fricción provocó un vaivén de sus caderas, frotándose contra el castaño de arriba hacia abajo. Este último soltó un gemido contra la boca de su amante, quien se separó momentáneamente para pasar su pulgar por el sudor en la frente de Taehyung. Luego, Hoseok mordió su cuello, trazando un camino de marcas hacia la mandíbula impropia antes de detenerse en su oreja. Allí, raspó suavemente sus dientes contra el lóbulo, intensificando la experiencia con una mezcla de ternura y deseo.

—Cariño, eres tan precioso. Cada vez que te veo, me vuelvo loco. ¿Ves lo que me haces? Estoy a tus pies, Taehyung. —dijo con una intensidad palpable en su voz.

Taehyung suspiró, incapaz de hacer otra cosa. Su piel reaccionaba al soplo cálido contra su oído, temblando al borde de una explosión de sensaciones. La idea de que era la primera vez que Hoseok lo tocaba con intenciones que iban más allá de la mera lujuria lo ponía nervioso. Ahora que el amor entre ellos se había vuelto explícito y genuino, la experiencia se sentía más personal y profundamente significativa, produciéndole una mezcla de vergüenza y excitación extrema.

orgasm ☕ hopev Donde viven las historias. Descúbrelo ahora