Capítulo 19: Vacaciones y somnolencia

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Durante las dos semanas siguientes, Harry entró en la casa de Severus casi todas las noches para dormir frente a su chimenea. Descubrió que si el Maestro de Pociones no estaba en casa, no podía dormir. Esta revelación le perturba, porque estaba confundido sobre lo que podía significar y no le gustaba mucho.

Pero el sueño reparador y los sueños agradables pesaban más que estos pocos pensamientos perturbadores. Y pronto, esperaba a que Snape regresara de sus rondas nocturnas para poder intercambiar unas palabras antes de darle las buenas noches, se instalo como una rutina que siempre habría existido.

Incluso el profesor parecía estar contento con esta extraña y oculta relación, porque cuando Harry no aparecía, se encontraba preocupado. Una noche incluso volvió a la torre de los Gryffindors para comprobar que el chico no estaba medio desmayado al pie de una escalera.

Pero revisión o no, cursos intensivos durante el último año o noches robadas para el Elegido y su odiado ex profesor, una buena mañana, aparecieron las vacaciones de primavera. El Expreso de Hogwarts se llevó a la gran mayoría de los alumnos, encantados de volver con sus familias, sus casas y dos semanas de tranquilidad, lejos de los deberes y pergaminos que hay que entregar cada día.

Sin embargo, para los de séptimo año la situación no era la misma y la mayoría optó por no salir del castillo y de sus grupos de revisión por miedo a quedarse atrás.

Tras una primera semana bajo el yugo de Hermione y su terrorífico programa, el grupo de amigos decidió rebelarse y, tras un feroz tira y afloja entre ella por un lado y ellos por otro, finalmente se les concedió un permiso de 48 horas.

Tumbado bajo un árbol frente al lago, Harry disfruto de la sensación de libertad que no ha experimentado en mucho tiempo. Ron roncaba a su lado, Luna, Neville, Dean y Ginny discutían sobre el próximo partido de quidditch entre las Arpías de Holyhead y el Club Flaquemare, y Hermione, con la nariz enterrada en un grimorio centenario, se tomaba un descanso del resto.

—Creo que me iré a casa—anunció Harry, con las manos entrelazadas detrás de la cabeza, tras un larguísimo momento de silencio.

—Pero, ¿por qué, viejo?—gimió Ron, incorporándose.

—Hermione prometió no insistir hasta pasado mañana por la mañana—añadió Ginny, volviéndose hacia él.

—Y cumplirá su palabra—confirmó Ginny, cerrando bruscamente su grimorio—¿Aún quieres estar solo, Harry? Pensé que habías superado eso...—.

La cara de preocupación de la joven, más perspicaz que el resto de sus amigos, casi le hizo arrepentirse de haber dicho aquello, pero prefirió ignorar ese sentimiento y le dedicó su mejor sonrisa mientras se enderezaba sobre sus pies.

—Estoy bien Hermione, no te preocupes. Sólo necesito un poco de aire. Sólo un día, volveré mañana por la noche. Además, quiero comprobar algo...—.

—¿Qué?—pregunta Ron, desconcertado.

—Es... personal—trató de evadir Harry—No es realmente importante—añadió, al ver que todas las miradas sobre él estaban aún más ávidas de información que antes—Realmente, no es nada—.

—Entonces podrás contárnoslo—dijo Luna antes de volverse hacia el lago, convencida de haber visto a una criatura sumergirse en él.

Harry, que esperaba el apoyo de la chica rubia, reprimió un gemido de desesperación.

—No es nada, tiene que ver con... mi sueño. Una noche de pruebas será suficiente—.

—Una prueba nunca es suficiente—le contradijo Hermione, negando con la cabeza—Necesitarías varias, repartidas en un...—.

Les Larmes du Phénix (Snarry) (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora