¿Fue el roce de unos dedos en su mejilla o el frescor del aire matutino en su pierna descubierta lo que provocó su despertar? Harry no pudo decirlo. Lo único que sabía es que lo primero que vieron sus ojos al abrirse son los ojos oscuros del profesor, a apenas veinte centímetros de su cara.
¿Cuánto tiempo llevaba Snape mirándolo así? Era vergonzoso. Al menos un poco.
Pero, sobre todo, ¿Cómo pueden estar tan cerca el uno del otro? Porque lo que siente contra su estómago en este momento es su cadera. La cadera de Snape. Contra su vientre, Harry. Su vientre, más blando que firme, y en su mayor parte desnudo a causa de la camisa del pijama que se ha subido sobre el ombligo mientras dormía.
—¿Profesor?—.
Apenas reconoció su voz, más ronca y grave que de costumbre. Bien, además de eso, está resfriado. Genial.
—¿Harry?—.
La voz de Snape también era extraña. Al mismo tiempo, esta posición hacia que todo sea extraño. Incluso si hiciera lo más común del mundo para un inglés, sonaría extraño. Si le ofreciera una taza de té, sonaría extraño.
—¿Tomarás té con tu desayuno?—.
Extraño, como era de esperar.
Snape levantó una ceja y se mordió el labio, sumido en sus pensamientos.
—No, gracias. De hecho, estaba pensando en tener algo más—.
Y eliminando la distancia entre ellos, Snape se inclina y le deposita un beso en la boca antes de volver a su asiento.
¿Qué?
Oh. Bien, este es otro de esos estúpidos sueños, se dio cuenta Harry. Había pasado un tiempo. Pero ya que todo era falso, puedo disfrutarlo.
Tomando su turno, enterró su nariz en el cuello de Severus y se quedó allí por un largo momento antes de comenzar a besarlo. Se acercó lentamente a sus labios, cuando de repente se detuvo, con los ojos muy abiertos.
¿Qué quieres decir con que lo disfrutes? ¿Cuándo hay que disfrutarlo? No es que esté fantaseando con Snape.
Con un movimiento repentino, retrocedió y sacó las piernas de la cama, con la intención de poner distancia entre ellos, pero un brazo vino a rodear sus caderas y en un instante quedó atrapado en el agarre del profesor, apretado contra su pecho.
—P...Profesor...—.
—Un momento, Harry, por favor—.
Debería estar luchando, se dio cuenta, gritándole, ordenándole que se suelte. Pero si era honesto, se sentía bien en este momento. El aliento de Snape acariciando su pelo, sus brazos apretados a la espalda, su cuerpo cálido contra el de el. Acurrucado en su capullo de bienestar, cerró los ojos, sus labios tocaban la piel de Severus.
Ese nombre, le gusta decirlo en sus sueños. Esa es la prueba de que lo es.
—Severus...—.
Miro, su voz ha recuperado su tono habitual. Bueno, no es que importe.
—¿Perdón?—.
La voz de Snape sonaba irritada. ¿Por qué? ¿Qué...?
Harry volvió a abrir los ojos, pero esta vez ya no estaba cómodamente instalado en los brazos del profesor. Está a su lado, muy, muy cerca, incluso, pero el único contacto que queda entre ellos es su pesada y desgreñada cabeza apoyada en el brazo dolorido del hombre.
Frente a él, quizás a veinte o treinta centímetros como mucho, pues si se hubiera colocado más lejos Harry lo habría visto mucho más borroso, Snape tenía el ceño fruncido y una mirada ilegible.
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Les Larmes du Phénix (Snarry) (Traducción)
FanfictionDurante la Batalla de Hogwarts, Harry salvó la vida de Severus Snape y reveló al mundo mágico su verdadero papel como espía bajo las órdenes de Dumbledore. Unos meses más tarde, cuando vuelve al castillo con sus amigos para completar su año de EXTAS...