Capítulo 8: Miedo y color

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Extrañamente, la revisión con Snape no iba tan mal como Harry temía. Su programa de estudios era, como había prometido, tan intensivo que pondría celosa a Hermione, pero también pasó el día respondiendo de buen grado a las preguntas de su alumno. Harry nunca lo había visto tan atento y paciente. Otro profesor. Otro hombre.

Cuando la tarde llego a su fin y Harry pudo por fin dejar sus libros y pergaminos, Snape se ofreció a llevarlo a practicar durante una o dos horas los hechizos que sabia que serán necesarios regularmente en el examen.

El joven mago debía estar desesperado, después de haber esperado todo el día para sacar su nariz de esos malditos libros. Pero si la teoría le quitaba el sueño, no se puede decir lo mismo de la práctica. Y estaba más motivado que nunca para advertirse a sí mismo contra el Maestro de Pociones.

—Tenga cuidado, profesor —le provocó en un intento inconsciente de acercarse. —Te enfrentas al que derrotó al mago negro más poderoso de todos los tiempos. Todavía puedes abandonar si estás demasiado impresionado—.

Sin molestarse en responder, sin siquiera mover los labios, Snape le envió un informal a las piernas y el fanfarrón se desplomó sobre el suelo ligeramente inclinado, con las pantorrillas repentinamente tan blandas como un malvavisco.

—Siempre tan presuntuoso. Perderás—.

—¡Has hecho trampa!—.

—No lo hice. Tienes que ser capaz de bloquear un ataque informal, ¡esa es la base, Potter!—.

Ambos se quedaron paralizados, atónitos, y la mirada que intercambiaron estaba llena de significado. Había pasado un día desde que ocurrió esto, y ambos parecen sorprendidos. Tal vez incluso con dolor en el caso de Harry. Pero Snape no le da tiempo a quejarse.

—Finite Incantatem—.

Con su alumno libre del hechizo, Snape le tendió la mano para ayudarle a levantarse y, tras un momento de duda, Harry la tomó.

—Sigamos con ello, Harry. Y trata de enviar algunas volutas, también. Sé que puedes hacerlo—.

¿Un cumplido? Bien, este día es confuso en muchos sentidos. ¿Snape es así a diario ahora? ¿Cuánto hace que no escucha nada de lo que dice en clase? ¿Han ocurrido otras cosas inverosímiles en el plazo que ha pasado retirado?

La siguiente hora, sin embargo, no proporcionaba a Harry respuestas. Lucho valientemente contra el profesor, ganándole la batalla en varias ocasiones, tal vez por el cansancio del profesor, que empezó a notarse en sus movimientos más lentos de lo habitual y en sus ojos, que entrecerró con demasiada fuerza a la luz mortecina de este atardecer. Pero aparte de eso, el duelo era tal y como lo había imaginado. Difícil, porque Snape es un mago poderoso e inteligente, entretenido, porque a menudo ataca donde no se le espera, y divertido, porque los golpes e insultos que se enviaban mutuamente se habían convertido, al final, en bromas y chistes.

Ni una sola vez Snape cometió el error de llamarle Potter y Harry casi se siente como si estuviera haciendo de amigo.

¿Cuándo fue la última vez que se sintió tan tranquilo? se preguntó, mientras esquivaba un hechizo que le empujaba el pelo y que, de haberle alcanzado, le habría hecho parecer un labrador bípedo.

Se siente como si jugara con Ron, no como si fuera un rival para el hombre al que ha odiado durante seis años. Bueno, con un Ron con esteroides mágicos, porque la magia de Snape es muy superior a la del pelirrojo, pero aun así. Era sorprendentemente agradable.

Lo cual es, de facto, extraño e inquietante.

Pero aún así es agradable.

De camino a casa, tras unos cuantos intercambios mágicos más, Harry descubrió, al quitarse la capa y los guantes, que su mano izquierda se había vuelto azul. Exclamo sorprendido y se subió la manga, mostrando un brazo del mismo tono. Una mirada a Snape, que había estado sonriendo cada vez que sus ojos se encuentran durante los últimos quince minutos, y el joven, invadido por la duda, se levanto la camisa para descubrir que el lado izquierdo de su torso también se ha vuelto de ese tono azul.

Les Larmes du Phénix (Snarry) (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora