Sabía que ver sus fotos me hacía daño, pero no podía evitar ver las revistas en donde aparecía él feliz junto a ella, porque cuando estoy sola veo sus fotos, en donde él la mira, como si fuera la única que ha visto, porque yo... yo le importe una mierda.¿Cómo es que no nota que me esta matando con todo esto? Porque a pesar de los años, él no podía salir de mi mente, porque sabía que Kevin la amaba a ella, y yo no estoy nada cerca de ser ella.
Pero ya me había cansado de llorarle a alguien que ni siquiera la estaba pensando, tenía un bello recuerdo de él, y era a mi hermosa hija.
—¿Qué les he dicho sobre los pies en la mesa? — Dejo la revista a un lado para concentrarme en mi hija y Diego.
—¿Qué te unirás a nosotros en poner tus pies en la mesa?—La risa de mi pequeña, se escucha y lo que hace a continuación hace que mi corazón se encoja, ella se tira abrazar a Diego, porque amaba a su tío. — Mí tío Diego me hace reír mucho mami —asiento recogiendo las tazas que contenían café hace unas horas.— Tío te quiero enseñar a un chico lindo.
—¿Qué?— Diego la mira extraño—Saliste igual de coqueta que tu mamá, demonios, quiero ver a quién voy a tener que quitar para que no me quite tu amor.
Keira baja del sofá como puede y se encamina a la revista que yo había dejado hace unos minutos al instante que yo salía de la cocina, me quedo parada esperando que no fuera lo que estaba pensando.
—Siempre se la quito a mi mamá para verlo.
Ella regresa junto a Diego para empezar a cambiar página.
Me paro detrás de ellos, y el único que me mira es Diego quien me regala una pequeña sonrisa.
—¿Quién es él pequeña?.
—Él.
Cierro los ojos al verlo, era él, quién mi pequeña hija consideraba lindo.
— Lastima que este abrazado a esta señora, porque se lo enseñaría a mamá pero, él esta abrazado a ella así como tu abrazas a mamá, eso quiere decir que se aman mucho.
Mis manos tiemblan al escucharla, Keira solo tenía 6 años y era demasiado inteligente, una pequeña niña que tenía demasiada conciencia, quién... descubriría a su padre.
— Totalmente pequeña, él debe de ser un buen hombre, pero esta muy lejos de aquí, y mi vida, yo amo demasiado a tu mamá— dice Diego dándole un beso a Keira en la mejilla.
—¿Ustedes hacen esto? —Ambos miramos a Kevin y a su esposa besarse en la revista.
Miro a Diego, él se encoge de hombros viéndome, y realmente iba a ser inmaduro lo que estaba por hacer, porque sería como regresar al pasado, pero Diego no era malo conmigo pese a lo que había pasado hace 6 años, nos había ayudado a ambas, y yo no iba a permitir que Keira descubriera quién era su padre, no podría enterarse que era una Álvarez.
—Mi amor — camino para sentarme al lado de ella —Diego y yo hacemos eso que esos señores hacen— suelto una risita — Diego y yo somos pareja cariño, ¿Te molesta eso?
Keira me mira para sonreírme, y la sonrisa de Kevin apareció en su rostro.
— Para nada mami, estoy tan feliz — Ella me abraza, yo miro a Diego que me mira con una pequeña sonrisa, y yo se la devuelvo.
Porque era hora de dejar a Álvarez atrás y volver a rehacer su vida, porque ella no iba a ocultar a su pareja, porque ella no era como su ex novio.
Pero ellos eran totalmente idénticos...
Kevin Álvarez
—¿Entonces qué te parece? — Nailea toma mi mano para que deje mi lápiz a un lado, suelto un suspiro aflojando más el nudo de mi corbata.
—¿Quieres decirme qué quieres ir a pasar las vacaciones de fin de año a México? — frunzo levemente el ceño.
—Si, tu familia esta emocionada porque volverán a su antigua casa Kevin, Inglaterra nos tiene algo estresados a todos, ¿Podemos ir verdad, amor?
Nailea suelta un suspiro levantándose y saliendo de la habitación.
Y si es que Kevin se sentía culpable por ello, pero no podía aceptar regresar a México, en donde estaría su antiguo amor, en dónde estaría su novia, a quien le prometió regresar por ella.
Pero estaba mintiendo porque solo se iba con esa vaga excusa para casarse con Nailea y educar a su pequeño hijo Liam.
Cuatro años después de haber llegado a Inglaterra, aquél día en el que había abandonado a Richelle, había decidido dejar el fútbol y dedicarme cien por ciento a la arquitectura, era maravilloso en eso y disfrutaba más a mi esposa e hijo.
El retrato de mi pequeño hijo esta ahora en mis manos, su pequeña sonrisa que iba desapareciendo cada vez más hasta que llego el punto que su sonrisa desapareció, y sus ojos ya no volvieron abrirse.
Dos años de la muerte de mi hijo, y solo quedaban recuerdos de él, giro mi asiento viendo a la puerta en donde minutos antes se había ido mi esposa, y había prometido que cuidaría de ella, porque yo no era el único que había perdido a un hijo.
—¿Diga señor Álvarez ?
—Averigua el paradero de Richelle Márquez, no la quiero en México en mi llegada, voy con mi esposa.
—De por hecho que la señorita Márquez no estará en México.
Cuelgo la llamada, quito mi corbata para caminar hasta la sala en donde estaba mi esposa de piernas cruzadas y bebiendo café viendo a la nada.
— Amor, párate de allí y has las maletas, nos vamos con mi familia a México — Nailea pega un pequeño grito levantándose de su lugar, deja la taza en la pequeña mesa para correr hacía mi y abrazarme.
—Te amo tanto,Kevin.
— Y yo a ti.