Richelle Márquez
En este mundo todo es gris, y confundimos el amor con la lujuria, este es un caso, porque yo estaba consciente que entre él y yo no había nada en común, pero me partía el corazón imaginarlo llorando, mientras yo le digo que lo nuestro otra vez no funciono, porque él era un ser tan hermoso, que yo no pude apreciar en su resplandor, porque Diego fue el sol que iluminó mi vida por un momento, y yo había logrado que se apagara.
Había regresado a casa y Diego no se encontraba pero sabía que tenía que esperarlo y hablar con él, suplicando que me perdone, porque yo lo estaba dañando.
Mi hija se había quedado con la familia de Kevin mientras yo venía a dejar nuestras cosas y poder hablar con Diego sin que mi hija nos escuchara.
—¿Te das cuenta que te importe una mierda?
Cierro los ojos al escucharlo, dejo la servilleta de mi cocina en su lugar y me giro a él, para poder suplicar que me perdone.
—No fue así, te escribí notificándote que Kei quería pasar navidad con su padre.
—¿Me explicas en que puto momento la pequeña se enteró que el hijo de puta de Kevin Álvarez es su padre?
—Se enteró de su existencia y me busco, la quería conocer y seamos sinceros, estaba en todo su derecho.
—Concuerdo de cierta manera con eso pero, ¿porqué te fuiste con él?. Era claro hasta te dije que yo presentía que se enteraría pronto, y yo estaba de acuerdo, no debiste de ocultármelo.
—Estaba por contarte cuando llamaste...— me interrumpe.
—¿Él estaba aquí cuando llame? Por Dios, hubiera dejado a mis padres y hubiera venido a apoyarte amor.
Él se acerca a mi y toma mi cintura, se inclina levemente a mi para juntar sus labios con los míos.
— Lo más tonto es que pasaste navidad con él.
—Keira quería no podía dejarla sola...
—Sé que me he enojado mucho por la relación que se creó entre la familia Álvarez y ustedes, pero lo pensé seriamente y tenía que aceptar que al fin y al cabo terminan siendo familia.
Yo coloco mis manos en sus brazos y los acarició, él sonríe y me atrae a él para abrazarnos.
—Pero debes prometer que Año Nuevo si la pasaran conmigo, también soy su familia y las necesito. Además tenemos que terminar de arreglar las cosas de la boda Richelle, nos casamos en dos semanas.
—Eres tú, siempre has sido tú... — Diego toma mi rostro en sus manos—Te dije que si alguna vez me enamoraba iba a ser de ti, así que por favor no rompas mi corazón.
Me separo de él lentamente y camino hasta la sala, coloco una mano en mi pecho y me sostengo del sofá.
—¿Estás bien, preciosa?
—Si, amor solo que recordé que tenemos que ir a dejar las invitaciones de la boda.
—Tranquila, amor vamos con mis padres a checar las últimas cosas ¿si?
— Si vamos.
Diego Lainez
Dos semanas después......
Llegó el día, me casaría con el amor de mi vida. Desde que conocí a Richelle sabía que era la mujer de mi vida y el día de hoy al fin seríamos marido y mujer.
Toda nuestra familia estaba feliz por nosotros, mi familia adoraba a Keira por qué literalmente era como mi hija, pero sin duda esperaba tener un hijo propio con Richelle.
Ya me encontraba en el jardín donde sería la ceremonia, tenia mi vista al frente y claramente estaba viendo el cortejo pasar, al final estaba mi ángel con mi suegro se veía tan hermosa. Me sentía tan orgulloso de que al fin sería la señora Lainez.
La tenía frente a mi con una bella sonrisa, cuando le dimos la señal al juez empezó la ceremonia.
—El día de hoy estamos aquí reunidos, para ser testigos de la Unión de dos jóvenes que poseen de amor. — comienza hablando el juez —Estamos todos reunidos para ver como Richelle Márquez Ortiz y Diego Lainez Leyva, unen su vida por el resto de sus días...
Presté total atención a las palabras del juez mientras de reojo, veía a Richelle mirar hacia el frente con los ojos brillosos y una sonrisa enorme.
Ella escuchaba y en ocasiones, a sentía y respondía al igual que yo en voz alta cuando nos preguntaban algo.
Todavía me parecía irreal todo, pero después de pellizcarme disimuladamente me confirme a mi mismo que esto era mi realidad. Estaba a punto de ser el esposo del amor de mi vida.
Les pregunto entonces, ¿ están aquí por su propia cuenta? —nos pregunta el juez.
—Si — respondemos claro y fuerte al unísono.— Siendo así, pido por favor a los testigos de cada quien que pase.Por el lado de Richelle, pasaron Erick y Liz.
Por mi parte pasaron Edson y Sofía, que se habían casado un mes antes.
Los cuatro firmaron e hicieron todo lo que el juez les indicó, después volvieron a su lugar.Diego—me llama el juez y le doy mi total atención —¿ Aceptas por esposa a Richelle Márquez Ortiz, para amarla y respetarla por toda la eternidad, en la salud y en la enfermedad ?
Claro que si, acepto —respondo decidido.Richelle— ella pone total atención. —
¿Aceptas por esposo a Diego Lainez Leyva, para amarlo y respetarlo por toda la eternidad, en la salud y en la enfermedad?—pregunta lo mismo a mi hasta ahora, novia.Si, acepto... — responde ella.
El juez nos pidió decir nuestras declaraciones, algo que ya teníamos planeado y fueron muy originales.
—Después de las declaraciones más hermosas que he escuchado en mi vida —habla de nuevo el juez — por el poder que la ley de los Estados Unidos Mexicanos me concierne, yo los declaró marido y mujer. Diego, puedes besar a TU ESPOSA.
Richelle se acercó a mi y besó mis labios pasando sus manos por detrás de mi cuello. Las mías las mantuve en su cintura, nuestros labios se movían el uno sobre el otro con tanto amor, Pasión, dulzura y sobre todo, tranquilidad.
Nos separamos un poco escuchando las celebraciones de todos nuestros amigos, por último solo firmamos el Acta lo más pronto posible y era todo. El juez se alejó y se retiró, no sin antes confirmar que nuestras palabras habían sido muy emotivas.
Nuestros amigos y familiares, entre ellos Keira, se acercaron a saludarnos y felicitarnos por la linda ceremonia parece que a todos les alegraba nuestra felicidad. Después de un rato la fiesta dio inicio, los músicos tocaban canciones a un buen ritmo mientras los platillos se servían para los invitados.
Sin duda todo era felicidad, pero entré los invitados había alguien que no se encontraba feliz y se notaba en su mirada.