Kevin ÁlvarezKeira estaba recostada en pequeño sofá que se situaba en una esquina del lugar que había rentado para ellas, eran aproximadamente las tres de la mañana, habíamos visto los fuegos artificiales a media noche, Nueva York era un lugar especial para los tres ahora.
Pensar que ahora, nueve años después volvería a este lugar con la mujer que era amor de mi vida y nuestra hija.
Llevo las dos copas de champán hacía donde Richelle me esperaba sentada en la silla enfrente del balcón, en donde habíamos esperado media noche juntos y poder darnos nuestro abrazo navideño.
—Feliz navidad a ti.
Digo mientras le extiendo la copa, ella deja el celular para mirarme y tomar la copa.
—Feliz navidad a ti, Kevin.
Nosotros juntamos nuestras copas, haciendo un pequeño brindis. Estaba encantado de Richelle, siempre lo he estado de cierta manera.
—¿Te ha llamado Diego?
— Varias veces, le he deseado feliz navidad pero ha ignorado mi mensaje.
Suelto un suspiro.
—Cuando me dijeron que estabas casada lo creí por un momento.
— ¿Tú investigador te lo dijo, no?
—Sabías de él, no pido perdón por eso Richelle, porqué debí de buscarte hace mucho tiempo, pero me causo confusión cuando él me dijo que estabas casada con Lainez, cariño tuve que buscar por mi propia cuenta respuestas, no eres la señora Lainez.
—Pero lo seré, Kevin, intente hacértelo creer pero supongo que eres muy inteligente para caer en eso asiento levemente mientras le daba otro trago a mi champán - Sin embargo, soy novia de Diego, prometida la verdad, nos vamos a casar.
Richelle, escúchame - dejo la copa en el suelo para tomar sus manos - No lo hagas, no me dejes - ella cierra los ojos negando - Me muero de tan solo imaginarte en el altar con otro.
Richelle se suelta de mi agarre.
—Te vi en el altar con otra, porqué me deprimí sabiendo que no era yo quien tomaba tu brazo en el altar.
Yo quito mi mirada de ella, porqué tenía razón, yo si estaba casado con Nailea y no la podía volver a cortejar sabiendo que estoy casado.
Pero en realidad yo amo a Richelle.
—Nunca imagine que mi matrimonio te causara esto, por que realmente nunca quise causarte daño mi amor, por que siempre has sido tú, me moría por nuestras conversación de madrugada.
—No te importaron, Kevin, nunca te importaron nuestras conversaciones de madrugada, nunca te importe.
Ella lleva su mano a la boca para evitar un sollozo, quito una lágrima que bajaba por mi mejilla y miro a Keira quién dormía, las había dañado a ambas.
—Me importas demasiado, amor, porque no puedo de dejar de pensar en ti, porque tú eres mi mujer.
Tomo su rostro e intento limpiar las lágrimas que bajaban por sus mejillas.
—Te creí, creí que regresarías porqué íbamos hacer nuestra familia, nunca pensé que te ibas para casarte, fue injusto.
—Se que te dije que nunca te dejaría - suelto un suspiro para tomar sus manos - Porque tus manos encajaban con mi camisa, ahora se que estabas deprimida, que yo cause que estuvieras deprimida desde que quedaste sola.
—Me dolían los pies mientras corría sobre nuestros recuerdos y pensamientos.
Ella sigue llorando y yo hago lo mismo, porqué me parte el corazón verla así y por mi maldita culpa.
—Tengo un agujero en mi corazón como un polo - susurro mientras me acercaba más a ella - Y no es broma para mi, ¿Entonces podemos hacer todo de nuevo?
Ella suelta un suspiro para tomar mi rostro y besarme, yo tomo su cintura para intentar acercarla más a mi, ambos nos levantamos de las sillas para poder abrazarnos.
—Tengo tanto miedo de regresar — dice separándose de mi — Porque Diego estará enojado, porque piensa que nos casaremos pero demonios, nunca pude dejar de pensar en ti.
Atraigo a Richelle para abrazarla y hacerle saber que no estaba sola, porque lamento haberme ido, pero ahora que yo la tenía conmigo, podía convencerla de volver a intentarlo.
—Quiero que te quede algo en claro, no fuiste la primera pero fuiste mi primer amor.
Ella vuelve a unir nuestros labios lentamente.
—Si pretendes ir desde el comienzo así, con un fuerte control...
—Entonces mi beso puede reparar tu corazón roto.
—Podría olvidar todo lo que me dijiste — le sonrió levemente — Y puedo prestar partes rotas que encajan con:esto.
—Y te daré todo mi corazón.
Susurramos los dos al mismo tiempo, causando una pequeña risa.
Podemos tomar el mismo camino, dos días con la misma ropa, porqué yo no quisiera a México, y sé lo que ella va a decir si hago que todo este dolor desaparezca.
—¿Podemos detener esto por un minuto? Ya sabes, puedo decirte que tu corazón no esta con eso o en eso.
—Dime con tu mente, cuerpo y espíritu puedo hacer que tus lágrimas caigan como duchas británicas, estemos juntos o separados podemos quitarnos la mascara y admitir que lo lamentamos desde el principio.
—Kev, también fue mi culpa, nunca debí de ocultarte a Keira...
—Amor, terminamos siendo iguales, lo lamento tanto cariño.
—Lo lamentó también, mi amor.
Yo acarició su rostro y junto sus labios con los míos.
— ¿Entonces podemos intentarlo de nuevo?
—Si, pero déjame pensarlo.