Richelle Márquez
Las llamadas insistentes de mi novio me tenían algo estresada si, pero no podía enfadarme con el único hombre que me había ayudado con esto porque yo había sufrido mucho con las mentiras de Kevin, pero estaba demasiado cansada de él, quería que se fuera ahora mismo, para por fin lograr que todo vuelva a la normalidad.
Porqué se sentía asfixiada, Kevin era inteligente y podía deducir lo que le quizo decir su mamá hoy, pero no estaba lista.
A mis amigos le había dicho que no quería que él se enterara porque Keira no estaba lista pero era una vaga excusa; en realidad era yo quién no estaba lista.
El celular se vuelve a encender y de nuevo era Diego, niego mientras cuelgo la llamada y metía mi celular en la bolsa, eran aproximadamente las nueve de la noche, pero no quería regresar aún a casa.
Mis ojos se cierran mientras intentaba pensar que hacer, no podía llevarme a mi hija porque estaban a cuarenta y ocho horas de llevarse acabo noche buena y luego navidad, muevo la cuchara de mi café mientras dirigía mi mirada hacía la calle.
Pequeñas gotas de agua se hacían presente en la calle y puedo ver a una hermosa familia bajar del auto y adentrarse al restaurante que estaba enfrente de la cafetería en donde me encontraba.
—Ya voy para allá.— Murmuró contestando por fin la llamada de mi novio.
—¿Te das cuenta de la puta hora? ¿Dónde estás? Iré por ti.
Ruedo los ojos.
—Para. Me iré yo sola a casa, aún no es tan tarde, los taxis aún están circulando, relájate.— Él gruñe, yo suelto un suspiró. — Estaré por allá en un momento, tranquilo, te amo.
Puedo escucharlo suspirar, yo abro mi cartera para sacar un billete y dejarlo al lado de mi taza.
—Te amo mucho, con cuidado.—Dice Diego finalmente.
La llamada finaliza, yo me acomodó mi bolsa y algunas cosas que había comprado para ellos; Diego y Keira.
Mis ojos se cierran al sentir el frío y las gotas de agua, acomodó mi bufanda y abro la sombrilla para emprender camino en busca de algún taxi, le sonrió a una pareja de ancianos que pasan junto a mi adentrándose a la cafetería en donde me encontraba antes.
—¿Richelle ...?
Paro de caminar al escuchar mi nombre, pero rogaba que no fuera lo que estaba pensando, no quería girar porqué temía por mi, temía lo que fuera a pasar, y no volteo, sigo caminando hasta la esquina en donde le haría parada a un maldito taxi.
—¿Puedes dejar de caminar y mirarme de una maldita vez?
—Sigues siendo tan necio.—Murmuró demasiado audible para él, causándole gracia, todo le causaba gracia.
—¿Puedes voltear a verme, por favor?—Suelto un suspiro para girar a él, aprieto las bolsas de mis compras.
Kevin empieza a reír y asiente mientras se acomoda el cabello. Pero maldita sea, se miraba demasiado bien.
Amaba su cabello.
—En fin, bueno verte.
Le sonrío para girarme y buscar con la mirada un taxi, y justamente no pasaba nadie por la avenida, podría tragarme la tierra por favor, necesitaba un maldito taxi.
—¿Puedes dejar de comportarte como una niña y hablar conmigo? Richelle, lo que paso ya debe de estar superado, madura.
Cierro los ojos, como quiere que lo supere, ni siquiera lo he superado a él en realidad, como demonios quería que superara el día que me dejo, y días después enterarme que estaba embarazada del idiota que estaba detrás mío.
—Kevin, basta por favor— Vuelvo a girarme a él.—Te ruego que pares, no tienes ningún derecho de acercarte a hablarme de esta manera, tengo que irme ¿De acuerdo? mi familia me espera.
Mi voz se corta y vuelvo a darle la espalda, coloco una mano en mi pecho, mi corazón palpitaba demasiado rápido.
—¿Entonces es cierto?
Frunzo el ceño.
¿En realidad pensaba que no tenía una familia?
—¿Qué quieres decir con eso?
Cruzo mis brazos, girándome de nuevo a él, enojada de la forma en que me estaba hablando, yo no tenía nada de culpa, él se había ido, era estúpida tan sola la idea que yo lo iba a esperar, que iba a estar loca por él tanto tiempo.
—Es decir, me han dicho que tienes una familia y esas cosas, pero vamos pensé que aún me querías... quizás estarías esperando mi regreso, como lo hiciste cuando me fui a Holanda la primera vez.
Empiezo a reír. Él no cambiaba en absolutamente nada, Kevin seguía siendo tan egocéntrico, narcisista, insolente el cuál había conocido años atrás... del cuál me enamore, tonto a decir verdad enamorarse de un hombre con estás características, y lo peor era el padre de mi hija.
—Idiota — Murmuro acercándome a él, él ríe cuando me tiene cerca. —¿Es en serio la mierda que acabas de decir? Por favor Kevin , por qué tú si harías tu vida y yo estaría sentada esperándote como estúpida, las cosas cambiaron...— Él me sostiene la mirada, pero ya no me iba a intimidar. — Tengo una familia, tengo a un novio increíble, a una hija grandiosa, tengo a mi familia perfecta, tu ya no encajas aquí.
Me intento separar de él, pero su mano derecha me sostiene mi brazo y con su mano izquierda sostiene mi cintura, ruedo los ojos intentándome separar de él.
—Sigues siendo la chica más ingenua que conozco, Richelle. — Suelta su agarre en mi cintura para llevar su mano a mi mejilla. —Pero eres demasiado maliciosa, siempre quieres beneficiarte en todo, yo no siento culpa por haberte abandonado, tienes que comprender que tenía que irme con ella.
Yo muevo mi brazo para separarme de él, pero él sigue apretando su agarre, gruño al sentir ardor, era tan idiota.
—Se acabo Kevin, he entendido ¿Esta bien? La quieres a ella, y yo nunca fui ella.
—Hacerte la víctima no cambiara nada, Richelle.
Yo no lo miro a los ojos, solo quería de irme de allí.
—Te deje y yo...
—Suficiente.
Lo miro a los ojos, el levanta la ceja, todo esto le causaba gracia, yo le causaba gracia.
—Esto no se acaba.
Él me soltó.
—Tienes tu familia, déjame ser feliz con la mía.
Agradezco mentalmente cuando un taxi se hace presente, yo estiro la mano para hacerle parada he
inmediatamente para enfrente de nosotros.
—¿Porque sospecho que esa niña es mía?
Mi respiración se contrae al escucharlo, pero yo ya estaba adentro del taxi, la ventana del taxi desciende dejándolo ver, el ríe guiñándome un ojo para retirarse del lugar, con tanta elegancia en su paso.
Él había vuelto.
Él había vuelto para arreglar lo que había dejado, porque era Kevin Álvarez , y el quería lo que le pertenecía.