I'm still standing. [ Meanie / Minwon ]

22

Unas semanas pasaron. Las citas se volvieron algo común entre ellos, se compraban ropa de vez en cuando, otras citas dentro de casa las tenían entre ellos, comiendo comida deliciosa y simplemente jugando videojuegos juntos, o viendo una película juntos mientras afuera hacía frío y tenían excusa para quedarse pegados y arropados. 

Estaban saliendo, con sus abrigos, con sus chaquetas, Wonwoo tenía un gorro de lana en su cabeza y sus ojos de chocolate seguían encantando a Mingyu. Se pasearon por la ciudad, y llegaron hasta el borde de un parque. No había gente por el frío que hacía. 

—Vaya, no pensé que este parque sería tan lindo en invierno —dice sorprendido el mayor—. No suelo venir aquí. 

—Sé que no te gusta salir, pero este lugar es bonito —asiente el moreno.

Entran al parque, y pasean por los caminos. Los dos envueltos en unos árboles tupidos. Llegaron al centro de la pequeña plaza, y ven una fuente que estaba en mantenimiento y no tenía agua. Wonwoo ríe un poco y mira al más alto. 

—Esta fuente es divertida, lástima que esté en mantenimiento. 

—Sí...

Iban a seguir paseando, pero Wonwoo se detiene y mira hacia el cielo. El moreno lo imita. Lentamente iban cayendo pequeños copos de nieve. El azabache sonríe y cierra los ojos. 

—La primera nevada del año. 

—Yep. 

—Que bueno.

—¿Por qué? —pregunta el moreno, levantando su cabeza y mirando al mayor que se camufla un poco entre la repentina nieve. 

Su gorro de lana color negro se opaca con los copos de nieve que se pegan, y Wonwoo toma una de las manos del moreno antes de decir las palabras más bonitas que quizá Kim haya podido escuchar de sus labios. 

—Significa que seremos eternos, ¿no? es nuestra primera nevada, y estamos juntos... Creo que eso significa más que nada. 

—Ah... a veces eres lo más dulce de este planeta —lo estrecha entre sus brazos, y besa su mejilla antes de mecerlo entre sus miembros. Ríe un poco por la alegría y lo mira—. Espero sí seamos eternos. 

—Bueno, la nieve no miente —dice con seguridad el mayor. 

—¿Por qué lo dices? 

—Se supone que cada copo es único, y la nieve es blanca. Sólo nosotros la manchamos. Así que... creo que no miente. 

Se quedan callados. Escuchando los aullidos de las calles, el sonido del viento zumbando en sus oídos. Ellos unidos y sus abrigos rozándose entre sí. Sus respiraciones convertidas en vaho, el sonido de ellos acurrucados un poco mientras la fuente estaba quieta en el tiempo. 

—Espero que no mienta —confiesa Kim con un tono triste—. Porque quiero que seamos eternos. 

—No te preocupes, lo seremos. 

Mingyu sonríe por la seguridad en ese tono de voz. Besa su frente y lo abraza con fuerza, con miedo de que el tiempo avanzara demasiado rápido, con la esperanza de ser tan eternos como la nieve y la fuente que no funcionaba. Ellos abrazados mientras la nieve caía lentamente, danzando copo con copo. 

Estaban enamorados. 

...

—¡Iré hasta allá en unos minutos! sólo tengo que terminar el turno —asiente el moreno, contestando el teléfono en su turno en el hospital—. Tranquilo, tengo los regalos. Te amo, nos vemos allá.