Capítulo 3👑

2K 183 5
                                    

—Pero, ¿qué le pasa? —Le cuestioné cuando me soltó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Pero, ¿qué le pasa? —Le cuestioné cuando me soltó.

Me había arrastrado hasta la habitación. En definitiva, el trayecto lo pasé imaginando como sería golpearlo por atreverse a tocarme así. Sin embargo, no podía agregar más problemas a mi lista, una muy completa a decir verdad.

Sobé mi brazo, había soportado cosas más dolorosas pero, aún era difícil recuperarme. Fui a sentarme en la cama mientras esperaba su respuesta. Él se quedó parado frente a la puerta, con la misma mirada de odio. Parecía que en cualquier momento rompería algo, bueno, tal vez intentaba controlarse, nunca lo sabremos.

Comenzó a pasarse las manos por su cabello, a ratos se lo agarraba, caminaba de un lado al otro, con una preocupación latente.

—No lo harás. —Fueron sus únicas palabras. Me dio una mirada y sus ojos, sus ojos parecían más negros de lo normal.

—¿Por qué no? —cuestioné con curiosidad.

Me crucé de brazos intrigada, ¿por qué no quería?, ¿por qué parecía que eso le afectaba tanto?

Repasé su reacción, anotando mentalmente los detalles.
Algo malo debería tener aquello, algo muy malo, quise volver a preguntar aunque, temía que se pusiera peor. No quería tener que lidiar con su enojo.

Si él no me decía, necesitaría encontrar la información por mi cuenta.

—Por qué lo digo yo —pareció calmarse un poco— Dejemos esto aquí, no lo harás y listo —suspiró.

“Oh, cariño. Elegiste no decirlo, elegiste mal”

Próximo objetivo: saber por qué no quiere que me una a ellos.

—Esta noche —alcé la vista para mirarlo, esta vez me veía con un semblante tranquilo— ¿cenarías conmigo?

—Por supuesto —sonreí, y por un momento, dudé en lo que diría pero al final, me animé:— Yo, ¿puedo salir a recorrer el castillo?

—Claro, estaré en el despacho por si necesitas algo —asentí, esperando que se fuera.

Cuando se fue, debatí mis posibilidades, no conocía a ninguno de los presentes en esa “reunión”, entonces, ¿cómo haría para encontrar respuestas?
Consideré volver a preguntarle al rey, no me diría nada, estaba segura. Tendría que encontrarlo.

Después de unos minutos pensando en que haría, llegué a una conclusión: estando encerrada en la habitación no descubriría nada.
Era momento de salir, no solo yo lo creía, si no también mi estómago, el cual ya reprochaba por algo de comida.

Miré hacia la ventana, el sol estaba en su punto alto, debía de ser media tarde ya, no estaba segura. Pero nada impediría que mi primer rumbo fuera la cocina, eso sí, si la encontraba sin morir de hambre en el intento.

Cristales Rotos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora