Capítulo 26👑

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—¿De dónde sacaste eso? —Brais me quitó la rosa de la mano

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—¿De dónde sacaste eso? —Brais me quitó la rosa de la mano.

Una línea de sangre se formó al rozar las espinas con mi piel, ardía. Era una herida diminuta, sin embargo, quemaba más que cualquier fuego que pudiese existir.

Eber tomó mi mano, inspeccionando la reciente lesión. Luego de mirarla, dirigió su mirada a los hermanos, parecía enojado aunque se mantenía serio, como si a cualquier amenaza saltaría sobre ellos.

—¿Había necesidad de arrancarle la flor de esa manera? —replicó mi acompañante con hastío.

—No se meta, no en esto —exigió su igual.

Muy pocas veces había visto a Brais tan enojado como en ese momento, es más, no recordaba con exactitud cuándo fue la última vez que lo había visto así. Tenía vagas imágenes de él molestándose con Agni, ellos dos siempre acababan peleándose, por prácticamente todo. Pero, jamás de la manera en que estaba ahora.

—¿De dónde la sacaste? —demandó dirigiéndose a mí.

—¿Ustedes lo sabían? —alcé la voz.

Ellos lo sabían, y nunca lo habían dicho.

—Y si lo sabíamos, ¿qué? —intervino Agni— ¿Dónde la obtuviste? —casi gritó al decirlo.

—No lo diré hasta que ustedes hablen sobre que significa —me crucé de brazos, con seriedad.

Esperaba una respuesta.

—¿No es la misma rosa que encontramos aquel día? —Eber interrumpió mirando a la flor, consiguiendo la entera atención de los hermanos.

—¿Cómo que es la misma que la que encontraron? —exclamó Agni con enojo.

—¿Cuántas encontraron? —esta vez habló Brais con un poco de tranquilidad.

Y digo "poco" porque a pesar de que parecía estar al borde de un colapso, mantenía una parte de la serenidad.

Comencé un conteo mental bajo las atentas miradas de los tres, la de Eber era casi indescifrable, él mantenía su seriedad, ante todo, en cambio, los hermanos me miraban como si estuvieran a punto de matar a alguien en base a mis respuestas.

—Tres —dije en casi un susurro, sin entender bien que tenía de importante la cantidad.

Yo estaba más interesada en por qué, que en la cantidad.

—¿Tres? —gritó Agni alterado, aquello hizo que estuviera a punto de saltar en el lugar de la sorpresa.

—¿Y no dijiste nada al respecto? —soltó Brais con el mismo tono que su hermano.

—¡Discúlpenme por estar evitando que me maten en vez de pensar en flores extrañas! —ya estaba gritándoles, no toleraría que me echaran encima sus acusaciones.

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