Capítulo 4👑

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Quería creer que estaba llegando a una hora puntual

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Quería creer que estaba llegando a una hora puntual.
Solo sabía lo que Lilih había pasado a avisarme: que era hora de cenar.

Luego de que le pidiera instrucciones para llegar, salió corriendo excusándose de que tenía más tareas por hacer, lo cual fue raro pero nada cuestionable. Una buena razón, para escaparse, tendrá.

Seguí al pie de sus palabras la guía, hasta que llegué a un pequeño salón con una mesa en el centro. No era un lugar muy grande, porque, según Lilih, era el sitio en donde únicamente la familia real cenaba.

Nosotros nunca tuvimos algo similar, claro, teníamos un salón en donde estábamos solo nosotros pero era más grande, uno que fácilmente podría ser usado como salón de bailes.

El rey ya estaba allí, sentado en la cabecera de la mesa, había dos lugares más preparados a los costados de él.

¿Por qué dos?

Casi fruncí el ceño al ver aquello, pero caminé hasta sentarme a su lado izquierdo.

No había comida en los platos, ni rastros de algo parecido, por lo que supuse que habría que esperar.

—Invité a Wild a cenar con nosotros, si no te molesta —dijo en voz baja mientras agarraba una copa de vino.

—No, para nada —sonreí.

Había dicho la verdad.
No me molestaba en absoluto, aunque me detuve a pensar en el nombre.

Sí, lo había escuchado en la “reunión”, tardé unos segundos hasta que pude recordar el rostro de Wild.

—¿Son muy unidos, verdad? —cuestioné intrigada mientras el hacía señas con la mano a un soldado.

—Si, su padre trabajaba para el mío. —Varias mujeres comenzaron a entrar en el salón, trayendo cada una bandeja de comida. —Desde pequeños siempre hemos estado juntos —sonreí con nostalgia, también había sentido algo así una vez.

Las jóvenes no habían terminado de colocar las bandejas cuando un apresurado Wild, se sentó en el lugar vacío.
Tenía un rostro afectado por el cansancio, debía de trabajar demasiado para acabar en ese estado.

—Disculpen la tardanza —dijo inhalando profundamente —el trabajo ocupó mucho más tiempo de lo planeado —se disculpó con una sonrisa.

—No hay problema —concluyó el rey, la amistad que mantenían se notaba en el tono con el que se hablaban.

Tres jóvenes se dispusieron a servir la comida, lo cual, en parte, también me era extraño.
En casa era, por ley, que cada uno se sirviera lo que quisiera pero, ese era el problema, ya no estaba en casa.

Volví a sumergirme unos instantes en la tristeza que aquello me provocaba, dejé de escuchar y ver a mi alrededor, y me centre en lo hermoso que sería poder regresar el tiempo a donde todo era mejor, a donde no había que preocuparse y donde éramos felices.

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