DECEPCIÓN

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A la mañana siguiente de su fatídica noche de bodas, la Senshi de Júpiter despertó con un punzante dolor en las sienes y sensación de náuseas. Aquello solamente le ocurría cuando estaba en sus días o cuando estaba triste y enojada; y definitivamente, la noche anterior, el comportamiento de su amado Neflyte había herido su corazón enamorado, haciendo que de las penumbras de su mente brotaran recuerdos amargos que le hicieron recordar las muchas veces que Neflyte la había lastimado con sus celos, y darse cuenta de que aunque habían pasado miles de años había cosas de él que no cambiaban.

Pese al malestar, Makoto se puso de pie, sin embargo, al salir de la cama y ver su desnudez reflejada en el espejo frente a ella recordó que no tenía con qué vestirse salvo su vestido de novia que yacía tirado en el piso. 

Al no tener más ropa, bufó frustrada, pues aquella hermosa prenda no era lo que deseaba llevar puesto, menos cuando estaba contemplando la opción de irse, pues aunque estaba en un tiempo que le parecía ajeno y donde no podía contar con las que se decían sus amigas, sí tenía claro que pese a amar a Neflyte no estaba dispuesta a tolerar escenas de celos ni malos tratos.

De pronto, sus ojos se posaron en un imponente guardarropa frente a ella. Supuso que era ropa de Neflyte, y sabedora de que la ropa para varones era más cómoda, se dirigió hacía allá, pero para su sorpresa encontró preciosos vestidos para el día a día en los tonos de colores que siempre le habían gustado.

"Con vestidos no voy a perdonarte" Pensó para sus adentros.

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Tras ver los vestidos, la Senshi de Júpiter eligió un vestido amarillo cuya falda en línea "A" le llegaba a la altura de los tobillos, lo cual le agradó, pues eso aunado a la ligera tela con que había sido confeccionado le permitiría moverse con facilidad.

Una vez que se vistió, salió de aquella habitación, y entonces se encontró con un largo pasillo lleno de habitaciones que le recordó a su hogar, el Castillo Ios en Júpiter.

—Buenos días, Princesa— Escuchó tras ella.

Se dio media vuelta, y entonces frente a ella miró a una mujer de alrededor de cincuenta años vestida con un uniforme de vestido negro y delantal blanco que parecía seguir siendo propio del personal de servicio en todos los tiempos 

—Buenos días. ¿Dónde está …

—Lord Sanjoi la espera en el comedor. Sígame.

La Senshi de Jupiter siguió a la mujer, y entonces, cuando llegó a lo que era el comedor, se encontró con una larga mesa llena de distintos y variados platillos y postres de exquisito aroma, y en la cabecera de la mesa, su ahora marido vestido elegantemente como si fuera a acudir a algún baile como a aquel donde se habían conocido en el Palacio de la Luna.

—Chicako. Puede retirarse.

Una vez que la mucama se fue, Neflyte se puso de pie y trató de acercarse a la Senshi, pero ella se apartó a un lado.

—No me toques.

—Fui un bruto anoche, estoy tan…

—¿Arrepentido?— Lo interrumpió la Senshi

—Te juro que…

—¡No, Neflyte!— Lo interrumpió la Senshi de nuevo— Tus ataques de celos es algo que nunca voy a tolerar, mucho menos…

A la mente de la Senshi llegó el recuerdo de la violación tumultaria de la que había sido víctima hacía milenios, pero que por la perdida de memoria se sentía reciente.

RECUERDOS ROBADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora