FELICIDAD EFIMERA

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Makoto, que se encontraba en medio de su suegra y su cuñada, miró al lente de la cámara profesional que sostenía Andrew y sonrió. Pocos segundos después, escuchó el click que capturó ese momento.

—Ahora te toca a ti, hermano— Dijo Unasuki acercándose a Andrew.

—¿Qué cosa?— Preguntó Andrew a su hermana

—¿Cómo qué? — cuestionó su madre— Tomarte fotos con tu mujer embarazada. Mi primera nieta necesita recuerdos donde también aparezca su padre, que no es hija del colchón.

Makoto, que había escuchado el comentario de su suegra se incomodó, y la sonrisa en su rostro desapareció. Habían pasado ya once semanas desde que se había ido a vivir con Andrew, y a los pocos días, la madre y la hermana de él habían aparecido en la puerta del departamento para hacerle saber que habían estado preocupadas por la enfermedad que le había hecho perder la memoria, lo mucho que la querían y ofrecerle su ayuda en la espera de la que daban por hecho sería la primera nieta de los Furuhata. Makoto, al ver el cariño que le tenían a ella y a la bebé que llevaba en su vientre a veces se sentía mal por la mentira, pues creía que al haberle sido infiel a Andrew no merecía el cariño de los Furuhata, sin embargo, cuando ella le planteó a Andrew la idea de ser honestos con su familia, él le había dado un discurso de que no debían darle explicaciones de aquel tema a sus padres y que era lo mejor para la bebé, por lo que Makoto había callado, y ahí se encontraba, en el jardín de un salón de eventos en compañía de sus amigas, sus parejas y los Furuhata en un baby shower sorpresa que le habían organizado la madre y la hermana de Andrew.

De pronto, sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Andrew llegó a su lado y puso un brazo sobre la piel desnuda de sus hombros, lo que provocó que se le erizara la piel ante aquel roce un poco más cercano.

—¡Ay, Andrew, tan galán y tan tieso para posar! — Exclamó Minako llamando la atención de él y Makoto— ¡Abrazala bien!

—Es cierto— Comentó Unasuki— Mi primer sobrina merece fotos bonitas para el recuerdo.

—¡Uy, perdón por no ser un buen modelo! — Exclamó Andrew con fingida molestia.

—¡Para eso tienen a Miss fotogenia!— Exclamó eufórica Minako

Un par de segundos después, Minako Aino se encontraba frente a Makoto y Andrew, y como la experta que era en posar frente a las cámaras, le dio la indicación a Andrew de que pasara uno de sus brazos por la espalda de Makoto, y que llevara su otra mano al redondeado vientre de ella.

Andrew dudó un poco. No sabía si a Makoto tanta cercanía le molestaría, pues aunque en términos legales eran marido y mujer, aquel era un matrimonio por estrategia; sin embargo, sus miradas se encontraron, y le pareció encontrar aprobación en los ojos de Makoto, por lo que después de más de medio año, pudo volver a abrazarla.

Makoto, al sentir aquel abrazo, sintió el corazón palpitarle con fuerza, y aunque no había un espejo en el que pudiera reflejarse, supo que debía estar roja como un tomate.

—Mako, gira un poco el rostro a tu izquierda, levántalo un poco hasta que mires a Andrew a los ojos y lleva tu mano a su rostro.

Makoto siguió la indicación de Minako, y sintió un hormigueo en su cuerpo cuando su mirada se encontró con aquellos ojos verde mar que le daban paz y la encantadora sonrisa de Andrew, que de pronto le hizo recordar aquella parte de su diario donde escribió sobre la primera vez que la besó y lo mucho que le había gustado.

En cuanto a Andrew, de pronto le pareció olvidarse de todo cuando la delicada mano de ella rozó su rostro y se encontró con sus mejillas sonrojadas, los labios rosas que echaba de menos besar, aquellos ojos que brillaban como esmeraldas en los que le gustaba perderse y... ¿Qué era aquel golpecito en su mano que estaba sobre el vientre de Makoto? Por supuesto que lo sabía, era la pequeña Sayuri, o "Macetita", como él seguía llamándola en ocasiones.

RECUERDOS ROBADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora