Capítulo 11

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Narrador.

Días después de lo ocurrido, retomaron la sesión como si nada hubiera pasado, algo bueno, o ¿malo? Ni idea, la verdad es que era muy difícil para Annie aclarar eso, así que tan solo dejó de al lado el tema.

Continuaron prácticamente como siempre. Mikasa entraba, se sentaba frente a ella, recapitulanban algunas cosas de la sesión pasada, charlaban, y realizaban algún tipo de actividad para la mejoría del paciente, esto obvio a grandes rasgos. Estos procesos eran un poco más tediosos, largos y complejos realmente, pero ya entienden.

—Annie.—Dijo Mikasa.

La rubia levantó la vista. Atontada.

—Tú celular.

Giró la cabeza, y miró al pequeño dispositivo moverse ligeramemte por las vibraciones, mientras tocaba esa fastidiosa canción que le colocó para atender más rápido.

Alguien llamaba, y no lo escuchó, ni siquiera escuchó del todo a Mikasa por estar con la cabeza sumida en otras cosas.

—Un segundo, no tardó.— Se levantó, y fué hasta el escritorio para tomar su teléfono, más no atendió, tan solo revisó quién era.

"Berthold"

Suspiró. Hace días la llamó, unas cinco veces al menos, y ninguna  respondió.

¿La razón? Estaba ocupada follando en el sótano de la azabache. Si eso no era una justificación, no sabía que lo sería.

Decidió atender esta vez, al menos para no levantar tantas sospechas.

—Hola mi amor.—Dijo el.

—Hola...

Miró a la azabache de reojo. Ella miraba la conversación sin disimulo. De hecho, escuchaba todo perfectamente, porque él estaba en altavoz.

—¿Qué pasa?

—Nada realmente, solo quería hablar contigo.

—Ya veo.—Murmuró.

Miró hacia atrás y después volvió a centrar la mirada en el escritorio.

—Sucede que, estoy un poco ocupada ahora, pero ¿más al rato está bien?

Lo escuchó suspirar, y por unos momentos Annie se sintió una verdadera mierda. 

—Está bien, lo siento.

—No pasa nada.

—Entonces te llamo después.— Lo escuchó reír.—Te amo.

—Yo...ya...ya me voy.

Colgó, y se llevó la mano a la cara mientras gruñia.

No es como que un día se haya visualizado haciendo esto, pero bueno.

Una mano a sus espaldas la sujetó con algo de rudeza y de forma desprevenida, aunque no se asustó mucho, pues era obvio quién era.

—Mikasa.—Gimió.

La azabache la había acorralado contra el escritorio, frotando su miembro contra su trasero.

No iba a negar que esto no ocurrió, claro que ocurrió, ese era el maldito problema.

Esto si, ocurrió.

Era su doctora, buscaba ayudarla, no orillarla a su continuar con su mal hábito. ¿Qué carajo hacia entonces?

Mikasa besó su cuello de forma lenta y metió las manos bajo la blusa del trabajo.

—¿Mik?

—Annie...Te necesito ahora.

Ninf*****. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora