Epilogo.

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A conseguido un puesto muy bueno como trabajadora en una oficina cercana a su hogar.

El sueldo es decente, y el horario le parece bastante bien. Dejaba lleno el tazón de su pequeño gato en la mañana antes de ir se, y cuando regresaba para comer, el peludo se lanzaba a sus pies para jugar y recibir mimos.

El era muy travieso.

Preparaba la comida u ordenaba algo a domicilio, solo para ir al cuarto, recostarse, y escuchar música o ver la televisión sin que los estúpidos clientes le estén molestando, y justo en la parte favorita de su música es cuando más timbraban los teléfonos, aparecía su jefe o le hablaban sus compañeros.

Obvio el trabajo no era para escuchar música pero bueno, ella igual se enojaba si la interrumpian.

Paseaba con Hitch, pintaba algo como en los viejos tiempos o simplemente se subía a lo más alto del edificio tan solo para mirar a los demás, como pequeñas hormigas. Aveces solo para observar como poco a poco el sol se va y da paso a una noche estrellada.

Suspira.

Pensaba viajar un día de estos. Había reunido algo de dinero y pronto tendría sus vacaciones, lo que la tenía emocionada aunque no lo demuestre mucho.

Es una calma tan...hermosa esta de hacer tus cosas sin tener que preocuparte por nada ni por nadie ya.

Y si, por nadie.

Bajó, en dirección al departamento de nuevo. La noche había caído, y su ánimo, también.

Los días se han hecho semanas, y las semanas meses, los meses años. Uno que otro tipejo se le a intentado acercar en el trabajo, pero nadie a logrado nada.

Y es que, no podrían jamás.

No porque se quiera hacer la muy buenota, aunque lo esté.

Simplemente...no.

[...]

A salido temprano de trabajar, así que aprovechó para comprarse un café y las croquetas favoritas de su gato.

Si, las tenía. No podía permitirse llegar a casa sin ellas. El era su única compañía, por eso se merecía lo mejor.

La calle está algo húmeda. Tranquila, tanto que podía escuchar solo sus pasos por la banqueta.

De hecho...demasiado tranquilo.

Frenó de golpe.

No, no es paranoia este sentimiento de que algo muy pronto vendrá luego de mucho tiempo de tranquilidad, porque así es la vida.

La paz es un instante y la tormenta otro.

—Mikasa.—Murmuró. Muy, pero muy en bajo.
































































—Mikasa...

Ella continuó regando como si nada, aunque fue un poco notorio como los músculos del cuerpo se le tensaron. De alguna, se las arregló para ignorarla.

Annie suspiró. Normalmente la mandaría a la mierda por ignorarla y aparentar que no existe, pero aún con el orgullo herido, se acercó un poco más a ella.

—Sé que me escuchaste.

Mikasa dejó caer la manguera y giró la cabeza para verla de reojo, sin mover del todo su cuerpo.

—Hola...

Bien, respondió el saludo.

"¿Ahora qué?"

Ninf*****. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora