Capítulo 7

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—Saldremos de viaje.

De viaje...

Annie lo miró un rato, inexpresiva.
Esto debía ser una maldita broma.

"Hump, con lo que me encanta salir y socializar con la gente"

—¿Saldremos? —Sonrió.

Eso suena a nosotros, y nosotros, no estaba en su diccionario.

—Si, de vacaciones.— se quitó la corbata. Recientemente había llegado de trabajar, y tan pronto como llegó a casa le hablo respecto al tema.

Annie dejó el libro que leía desde hace rato y se cruzó de brazos.

—Nuestro aniversario es en tres semanas.— Encogió los hombros.—¿Por qué la prisa?

El alto sonrió y se sentó a su lado.

—Te acordaste.— Besó su mejilla.

—Si, ¿por qué ahora? —presionó.

—Ya te lo dije, Annie. Me iré de viaje muy pronto y probablemente no nos de tiempo de festejarlo, por ello me pareció buena idea adelantarlo. Solo será una semana.

Annie negó y retomó su lectura.

—No puedo, mis pacientes cuentan conmigo.

Lo escuchó suspirar.

—Ah, tus pacientes.

Berthold le quitó el libro.

—Annie.—Tomó su mano.—No eres la única trabajando en ese lugar con esa bola de...raros.

—Raros.— Parpadeó.— ¿En serio?

De todos los términos en los que se pudo referir a ellos, escoge la palabra; raros.

—Lo son, Annie. Son...personas cualquiera simplemente. Pídele a Hitch o Reiner que te cubran.

Annie soltó una leve risa e intentó levantarse de la cama para ir se, pero el lo impidió.

—Sabes que nunca me dió confianza tu trabajo.— Admitió el.— Estás rodeada todo el día de personas que simplemente no pueden controlar sus bajos instintos. Eso me deja intranquilo.

—¿Me insinúas algo? —Si se hacía la indignada tendría más razones para alejarse de el cuanto antes.

Y vale si, lo estaba, pero en ningún maldito momento la situación escaló a otra cosa. Jamás.

En primer lugar porque, uno, se sabia defender bastante bien en caso de necesitarlo, cosa bastante rara, por no decir imposible, y dos, los pacientes con los que Annie solia tratar no eran animales salvajes, o personas necesariamente agresivas. No va a negar que muchas veces más de algún paciente se le llegó a insinuar, o a intentar algo raro, pero ella era una profesional en lo suyo, y siempre supo llevar la situación de buena forma.

O así lo era hace algunos meses, cuando recién llegó una nueva paciente y que desde entonces no a podido sacar su mirada de la cabeza.

Luego de un rato tirandole una mirada molesta, Annie volvió a preguntarle;

—¿Me insinúas algo?

Sintió entonces la mano del joven dejar de apretar la suya.

—No.— Murmuró.

Luego de unos segundos Annie se apartó de el, y lo miró, desde el marco de la puerta.

—Si eso quieres creer, hazlo.

Ninf*****. [Mikannie] G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora