♠️ NUESTRO TRATO ♠️
Llevo todo el día con los nervios de punta, mi última clase ha terminado y sé que al salir me voy a encontrarme con el auto de Leonardo.
Y claro que quiero mirarlo, es un momento demasiado grato poder admirar su belleza. Poder mirar su abdomen marcado, poder tocarlo, poder tener sus manos sobre mi cuerpo...
—¿Por qué tan nerviosa, Mai? —me pregunta Lau notando que estoy más que nerviosa— A caso suspenderás matemáticas. Si es eso el señor Smith es un hijo... —la corto antes de que termine la frase
—No es eso, Lau. Solo que...—retuerzo mis dedos un tanto nerviosa— Leonardo pidió que habláramos, sobre lo que ha estado sucediendo...entre nosotros, realmente no sé, no se...
—¿Te lo tiraste? —menciona con voz eufórica— Joder. Di que sí. Porque si dices que no...joder si dices que no me dará un puto infarto.
—Lo hice, Lau. —la miro y suelta un grito el cual calla poniendo mi mano sobre su boca— Eso no es todo, quiero hacerlo de nuevo. Las ganas aún siguen presentes, y las siento más fuertes, mucho más fuertes que antes, fue...fue increíble y me sentí...dios, me sentí tan...no sé cómo definirlo fue más...mucho mejor de lo que me imaginé.
—Pues tíratelo las veces que quieras, hasta que se te acaben las ganas. Y listo.
—No es así de fácil...
—Si, ya se. Es el mejor amigo de tu padre. —suspira un poco estresada— Ya sé que ese es tu jodido pretexto, pero vamos ¿Que daño estás haciendo? Ninguno, ambos se quieren tirar pues hágalo no le afecta a nadie. Ni a tus padres, los conozco Mai, sé que a ellos no les importaría eso. No están haciendo nada malo. No se irán a la cárcel por follarse uno al otro —caminamos hasta la salida.
—¿Eso crees? —pregunto aturdida.
—Lo estoy, nos vemos mañana guapa. —se despide dejándome un beso en la mejilla y se va.
Observo el auto de Leonardo, camino hasta llegar a él, me subo en completo silencio al cerrar la puerta comienza a manejar inmediatamente, seguimos en silencio, un silencio muy incómodo. Un silencio que quiero desaparecer
—Hola. —susurro, él no responde a mi saludo. Mal educado
—Hoy me han entregado las llaves de mi departamento —habla después de un tiempo—, realmente solo tengo unas cuantas cosas ahí. ¿Te parece bien si vamos allá? —pregunta de repente sacándome de mi balance.
—Si, está bien. —le respondo sin mirarlo, mis nervios están a flor de piel.
No sé a qué quiere llegar, no se la razón por la cual quiere que hablemos de nuestros encuentros. Tal vez quiera ponerle punto final.
Se que no está del todo bien, pero no le hacemos ningún daño a nadie como lo dijo Lau, si ambos queremos pues lo hacemos. Y realmente quiero volver a hacerlo. Verlo manejar me parece tan atractivo.
Él maneja hasta llegar a la zona donde se encuentra su departamento, es bastante bonita, los departamentos se miran en buen estado, todo el camino la hemos pasado en silencio. Solo hemos cruzado una que otra mirada.
La tensión se encuentra entre nosotros, la necesidad de juntar nuestros cuerpos y que ellos hablen por si solos. La necesidad de terminar con esta tensión en inmensa.
Se estaciona y se baja del auto, acto seguido yo lo imitó bajando del auto.
—He pedido que nos traigan la cena, para no salir. —menciona subiendo las escaleras
—¡Oh! Si, está bien. Pensé que íbamos a cenar fuera —lo último lo digo en un susurro.
—Escogí la cena para ambos, espero y no te moleste. La próxima vez la puedes escoger tú. —separa frente a la puerta número 33— Este es. Bienvenida a mi nuevo hogar.
Abre la puerta y me hace señal de que pase, me adentro en él, es lo suficiente grande para una sola persona.
Realmente no tiene mucho aquí, solo se encuentra una mesa con la cena puesta y unas que otras sillas, un sofá y una televisión es los que observo a la visita. Las paredes son azules, con franjas blancas, los ventanales son lo suficiente grande para que la luz de la luna se adentre al departamento.
—Cenamos y después hablemos. —habla detrás de mí, tenerlo cerca de mí, hace que aumente los latidos de mi corazón.
—Bien. —me limito a decir, dejó mi mochila en el sofá y nos encaminamos a dónde será el comedor, cada quien toma asiento.
—Provecho. Espero y disfrutes la cena. —me dice antes de llevarse el primer bocado a su boca.
—Provecho. —le respondo y lo imitó, mi mirada no se despega de su boca y ni siquiera me importa que lo noté.
Él mi mira más de la cuenta y deja su cena.
—Bien, vayamos al punto, porque me jode muchísimo está situación. —habla de repente y hace que yo igual deje de comer al instante— Quiero que se repita lo de la noche pasada, quiero tenerte para mí las veces que se nos antoje porque me ha encantado, quiero que volvamos a follarnos hasta que nos cansemos de hacerlo. Necesito más de ti, y me jode sentir este maldito deseo por ti...cuando tu padre es mi mejor amigo y le estoy fallando
Su confesión me toma por la borda, me sorprende un poco, pero me repongo en seguida y me levanto.
—Yo igual lo quiero —camino hacia él y me siento en sus piernas—, quiero tenerte entre mis piernas —lo beso en la boca—, quiero que me comas el coño —le paso la lengua por su oreja—, quiero que me folles una y otra vez. —le digo cerca de su oído.
Sus manos se aferran a mi cadera y se remueve, me planta un beso, un beso feroz, demostrando las ganas que me tiene. Que son las mismas que yo le tengo.
—Solo será sexo. ¿Entendido Maia? Tus padres no se pueden enterar de nuestros encuentros. —habla mirándome a los ojos— No quiero que involucre sentimientos, porque si lo haces esto se termina. ¿Bien?
—Solo sexo Leonardo. Lo tengo más que claro. —repito comiéndole la boca.
—No quiero que me provoques en frente de tus padres, limítate. Solo follaremos, aquí. En este departamento, en dónde nadie nos vea. —sigue hablando mientras lo beso en el cuello.
—Entendido. Una relación clandestina. Me agrada esto, es nuevo para mi.
—Y una última cosa. —me separa y me mira a los ojos— No hay exclusividad, si quieres follar con otro lo haces, al igual que yo.
Sin exclusividad, nunca he tenido exclusividad con nadie, no me afecta eso, con tal de follar las veces que quiera con este hombre es lo que menos me importa.
—Sin exclusividad. —lo vuelvo a besar.
—¿Trato? —se levanta conmigo rodando la cadera con mis piernas.
—Trato.
N/A
Hola, gente. Espero y todos estén bien. Gracias por seguir leyendo..
¿Solo será sexo?
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Mayor que yo
RomanceLIBRO UNO Maia, una joven de diecinueve años, queda flechada por Leo un hombre veinte años mayor que ella. ¿Veinte años será lo que realmente los mantiene alejados?