XXVI

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♠️  NUESTRO ADIÓS  ♠️


Al llegar a casa de Dante coloco mi bolsa en el sofá y retuerzo mis dedos nerviosa. Cierro los ojos antes de enfrentarlo, necesito un minuto antes de confesarle. 

—No te mirabas para nada cómoda en la cena Maia ¿Quieres contarme? —comenta sentándose en el sofá tranquilamente. 

Sé que debo decirle, sé que debo ponerle un punto final a nuestra historia, sé que no puedo tenerlo a mi lado sabiendo que no lo quiero tanto.

Que no lo quiero como a Leonardo. 

—No, bueno quiero decírtelo, pero no sé cómo...no encuentro las palabras para poder decirte lo que sentí en esos momentos....  

Me giro dándole la cara, no tengo el valor para decirle...para terminar lo nuestro, para dejar nuestra relación en el pasado. 

—Es sobre Leonardo ¿No es así?  

Asiento con la cabeza, Dante se queda en silencio unos instantes, después desvía la mirada hacia otro lugar y entonces habla.

—Lo sabía, había mucha tensión entre ustedes desde el momento en el que entramos a la casa de tus padres. —me mira a los ojos— Desde el primer momento sabía que aún sienten cosas, ambos aún se atraen. 

No sé qué decirle, no sé cómo explicarle las cosas ni siquiera sé si tengo que explicarle algo. No sé.

—Te quiero, en serio que lo hago Dante —me sincero—, pero no quiero que...no quiero hacerte sentir mal, no quiero fallarte, y no...no mereces que te de amor a medias, que te haga esto, no te lo mereces...

Mi voz comienza a cortarse, lágrimas quieren salir, sin embargo, me niego a dejarlas salir.

—Estás enamorada de él y no de mí, lo entiendo Maia.  

—Pensé, pensé que lo había olvidado, que lo había superado por completo, pero no es así, el tenerlo frente a frente me causo muchas cosas que no puedo explicar...y me di cuenta de que no puedo estar contigo cuando aún... 

—Entiendo. No es necesario que me des más explicaciones. Lo nuestro no iba a funcionar ambos tenemos planes diferentes y, no estamos destinos a terminar juntos, no lo estamos. 

Al escucharlo algo dentro de mí se rompe, soy una mala persona, me siento junto a su lado y tomo su mano, realmente lo aprecio y no quiero que las cosas terminen mal con él. 

No me gusta terminar algo por mi culpa

—Lo siento tanto Dante...quisiera que mis sentimientos hacia ti fueran más fuertes que...quisiera poder corresponderte, quisiera ser la mujer que mereces y no ser una adolescente que no sabe lo que quiere. 

Niega con la cabeza al escucharme. 

—No, no Maia, no hagas ni digas eso. —toma mi mano y deja un suave beso en ella—Eres una mujer increíble, y se, sé que sabes que es lo que quieres, pero no quieres aceptarlo. 

—Te mereces mucho más de lo que puedo ofrecerte Dante. Mereces estar con una persona que solo tenga ojos para ti, que nunca dude sobre los que siente y, sobre todo, mereces a una persona que esté completamente enamorada de ti, que se arriesgue a entregarte su corazón a pesar de tener miedo a ser destruido. 

—Maia... 

Aún no termino de hablar, aún me falta mucho por decirle.

—Te mereces a alguien que esté orgulloso de tomarte la mano, te mereces mucho más de lo que has recibido, mucho más de lo que has dado. Mucho, te mereces el mundo Dante.

Ambos nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos. Después de unos segundos en los cuales solo nos miramos con los ojos llenos de lágrimas, lágrimas que aún no salen.  

—Me han ofrecido una muy buena oferta de trabajo —suelta de repente—, sin embargo, está lejos de aquí...Y no sé, no sé qué decisión tomar. Hace unas horas quería decírtelo y poder tomar una decisión juntos, como pareja, sin embargo, ahora...bueno ahora lo estamos dejando y no sé, no sé qué diablos sucederá conmigo y... 

—Es tú trabajo, Dante. Si es una oferta maravillosa y que sabes que valdrá la pena irse hasta el otro lado del mundo si es necesario, acéptala. Arriésgate a conocer nuevos lugares, nuevas personas, arriésgate a tener un mejor trabajo. 

—Cuando me ofrecieron el trabajo me imaginé...—guarda silencio unos momentos, niega con la cabeza— No quiero sonar mal, no quiero entrometerme en tu vida, solo quiero que estés segura con cada decisión que tomes de hoy en adelante, si quieres estar con él, si lo que quieres es estar con él piensa las cosas, no quiero que sufras una vez más por él. 

Sonrío con tristeza y trago saliva, escucharlo me hace pensar que estoy destruyéndome a mí misma por sentir algo por Leonardo y no por él.

No pienso sufrir una vez más por él

—Gracias, gracias por este tiempo juntos, gracias por apoyarme tanto y quererme cómo lo has hecho. Te mereces las mejores cosas y personas de este mundo.  

—No lo agradezcas, lo hice porque así lo quise. No fui obligado a nada.  

Y al escucharlo me doy cuenta de la increíble persona que estoy perdiendo por seguir queriendo a alguien que no me merece ni un solo gramo de mi cariño. 

Me pongo de pie sin decir nada, tomo mis cosas y sin más dejo es para unas lágrimas rebeldes que estaba reteniendo.

Al separame de su cuerpo y de su alma siento un dolor en mi pecho, me acerco para despedirme, me toma del mentón y me limpia con su dedo las lágrimas, después me deposita un beso en la frente y sonrío con tristeza. 

—Es mejor que me vaya a casa, ya es tarde. —menciono separándome de él. 

—Tenía increíbles planes para nosotros en esta noche —se ríe con tristeza en su rostro—, no se cumplirán, así es esto...te llevaré a casa. 

—No es necesario, yo puedo ir sola. —me limito a decir.

—No dejaré que te vayas sola a estás hora Maia, soy una persona responsable antes que nada y caballeroso no pienso dejarte ir sola, así que te dejaré en la puerta de tu casa.

Sonrió con tristeza y asiento con la cabeza. 

—Bien, llévame a casa, profesor Smith.  

Salimos juntos, al llegar al auto me abre la puerta y subo tomando su mano.

Comienza a manejar, aparece un silencio que no es para nada incómodo, aunque si es un poco triste, el recorrido a casa es corto, al llegar me abre la puerta y me bajo tomando su mano.

—Has llegado sana y salva a casa, señorita Maia. 

Sonrió y lo abrazo con fuerza, lo abrazo dándole las gracias, un abrazo que dice mucho más que mil palabras. 

—Adiós. —menciono separándome de él. 

Soltando su mano poco a poco. Soltándolo.

—Adiós —susurra—, cuídate demasiado. Te quiero, Mai. 

Le sonrió por última vez, me doy la vuelta entrando a mi casa y dejando atrás a la persona que me ayudó a quererme, a la persona que no merece que lo amen a medias, sino que lo amen como realmente, que solo tengan ojos para él y todo el amor de esa persona le pertenezca, solamente a él. 

Lo dejo atrás, diciéndonos adiós. Este es nuestro adiós. 

Mayor que yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora