♠️ NO TENGO QUE CAER ♠️
Antes de salir de mi última clase, me dispongo a hablar con el profesor de matemáticas para poder pedirle que me deje realizar un trabajo extra para no tener la nota tan baja.
El timbre de mi celular me impide seguir con mi camino. Tomo mi celular y respondo de inmediato al ver el nombre que aparece iluminando en mi pantalla.
—Halo ¿Qué tal? —contesto con una maldita sonrisa.
—He tenido un día de mierda, necesito tenerte ahora mismo voy encamino a tu escuela. Espérame a fuera.
—Pero... —y sin dejarme hablar cuelga.
Volteo a mirar dónde el profesor se encontraba porque ya no está, solo me he distraído unos segundos.
Se ha ido en cuestión de segundos, sin más me doy la vuelta y salgo de la escuela resignada a tener una nota baja en el cierre. En cuestión de minutos el auto de Leonardo llega, camino en su dirección y me subo al auto.
Me giro y le doy un beso en la boca de inmediato me responde, lo vuelve más brusco, suelto un jadeo. Se separa y comienza a manejar.
—Vamos al departamento, quiero follarte ya. —habla con voz ronca, con su voz tan varonil, que no me cansaré de oírla nunca.
El camino transcurre en silencio, observo como maneja, sus manos, sus brazos, su perfil. Este hombre me encanta, no hay duda que cada día lo hace más.
Su departamento se encuentra un poco lejos, así que tardaremos en llegar. Mi mirada se dirige a su pantalón, su bulto comienza a ser más notable. Prendo la radio y subo el volumen. Mi mano se dirige en busca de la suya. Cuando la tengo en mis manos...
—¿Qué haces Maia? —me habla con tono autoritario.
—Solo maneja, déjame al mando a mí.
Su mano la dirijo a mi muslo derecho y comienzo a trazar líneas en mi piel. Llevo un vestido que me llega medio muslo, ahora se encuentra enrollado así que el acceso es más fácil.
Su mano baja y sube hasta llegar a mi intimidad, me toca por encima de las bragas las cuales impiden el paso a dónde los dos queremos. Suelto un jadeo, me remuevo en el asiento mientras él se detiene en el semáforo. Mis bragas ya se encuentran mojadas, con solo tener su toque.
En cuestión de segundos mi mano va su bulto, la adentro de bajo de su pantalón y bóxer, al tenerlo entre mi mano lo masajeo de arriba hacia abajo, él suelta un gruñido que me enciende al instante más de lo que ya estaba. Su mano vuelve al volante y me acomodo mejor para tener acceso a los movimientos.
Sin mucha dificultad saco su miembro y lo puedo observar.
—Estas muy tenso, Leo. Te ayudaré con eso. —lo miro a los ojos y él se relame los labios— Oríllate.
Cuando el semáforo se coloca en verde avanza y se detiene en la orilla de la carretera. Agradecemos que los vidrios son polarizados.
Me coloco en la posición que mejor me ayuda para que el disfrute, paso mi lengua por su longitud, una y otra vez, mi mano se encarga de jugar y masajear sus testículos, Leonardo suelta un gruñido y esos me prende, abro mi boca, lo meto poco a poco.
Comienzo a chupar suavemente, y después la velocidad la aumento poco a poco, juego con mi lengua. Sus manos se aferran a mi cabello, jala del soltando jadeos. Aumento la velocidad cada vez más hasta llevarlo al orgasmo. Me trago todo.
—Joder...Maia...Eres maravillosa. —sonrío me acomodo en el asiento.
Se acomoda su miembro dentro de bóxer y, después su pantalón.
—Bien, sigamos por el camino. —menciono, vuele a retomar el camino a su departamento con mejor ánimo.
Al llegar a su departamento, arrojo mi mochila al sofá. Está vez hay más muebles dentro de este mismo.
Leonardo llega por detrás de mí dejando una palmada en mi glúteo derecho. Comienza a besarme el cuello y sus manos se dirigen a mis senos, los masajea por encima de la ropa.
Giro lentamente para tenerlo de frente. Y lo beso con intensidad, sin preámbulo me despoja de mi ropa al igual que se despoja de la suya, toma un condón se lo coloca y me penetra sin previo aviso.
—¡Ah! Leo...Leonardo. —grito y sé que le excita escucharme.
Le gusta que grite su nombre, le encanta saber que el es dueño de mis jadeos y gemidos, de mis orgasmos.
Sus movimientos bruscos, sus manos se apoderan de mis glúteos los masajea una y otra vez, mis manos recorrer su espalda, beso sus hombros, su boca se encarga de atender a mis senos. El sonido de neutros cuerpos chocando se apodera del departamento. Una, dos, tres, pierdo la cuenta de las estocadas que da hasta llevarme al puto cielo.
Cuando termina, se coloca su ropa nuevamente. Y yo la mía. Solo son encuentros sexuales, no lo olvides Maia. Me digo por milésima vez.
—¿Quieres que pida algo para comer? —interroga al terminar de vestirse. Lo miro con curiosidad.
No puedo emocionarme por solo una invitación a comer después de tener sexo, solo lo hace por cortesía.
—No, debo ir a casa ahora mismo. —menciono, no quiero hacerme ilusiones, esto solo es sexo.
—Come conmigo y después yo te llevaré a casa. Para que no te vayas sin nada en el estómago.
—No, en serio gracias, pero no hace falta. —vuelvo a decir tomado mi mochila.
—No es ninguna molestia si es lo que te preocupa —niego con la cabeza.
—No es eso, Leonardo. —me limito a decir.
—¿Por qué no quiere quedarte a comer conmigo? —todavía me lo pregunta, como le digo, porque esto me va a confundir y las cosas pueden terminar mal.
—Porque tengo muchas tareas pendientes y proyectos que hacer, si me quedo a comer no terminaré todas a tiempo y puede que suspenda alguna materia o mi nota sea bajísima. —explico sin mirarlo a la cara.
—¿Segura que es por eso? —cuestiona acercándose a mí y levantando mi mentón para que lo vea a la cara.
—Por supuesto, no hay otra cosa Leonardo. Tengo que irme, nos vemos. —me doy la vuelta y camino.
—No te veo tan convencida, se que quieres quedarte sin embargo, hay algo que te lo impide si me lo dices podría ayudarte.
—No haya nada, nos vemos después.
—Bien, sino quieres decírmelo muy tu asunto.
—Bien. —estoy apunto de abrir la puerta cuando me detiene su jodida voz.
—Espera. —me detengo y volteo a mirarlo, de inmediato su boca impacta con la mía y nos damos un beso feroz. Me separó y lo miro mientras su manos se colocan en mi cintura— Con cuidado, Maia. Me mandas un mensaje cuando llegues a tu casa, por favor.
Asiento con la cabeza y salgo de su departamento con una sonrisa en la cara.
No seas estúpida Maia, y bórrala ahora mismo. No puedes caer ante sus encantos, no puedes hacerlo. Solo es sexo, solamente es sexo.
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Mayor que yo
RomanceLIBRO UNO Maia, una joven de diecinueve años, queda flechada por Leo un hombre veinte años mayor que ella. ¿Veinte años será lo que realmente los mantiene alejados?