Capítulo 2

225 20 0
                                    

Las clases empezaban ese día por lo que se levantó un poco más temprano para no ser visto por nadie. Odiaba la nueva norma de hogwarts en la que los que ya se habían graduado podían volver a cursar dos años en la escuela para reforzar sus conocimientos.

Eso significaba que volveria a ver a Fred Weasley, la persona a la menos queria ver.

Se dirigió al comedor con pocas ganas de empezar el día. Para colmo, ahora todas sus clases serían con los Gryffindor... En estos momentos extrañaba tanto a sus amigos, pero debía de alejarse de ellos por su bien y por el de ellos, si algo les pasaba... no podría con la culpa.

Ese año debía matar a Dumbledore y todavía no se sentía preparado para aquello. Reparar el armario era una tarea fácil, solamente arreglarlo y asegurarse de que funcionase bien para que los mortífagos pudiesen entrar al castillo.
Para ser sincero, tenía miedo de convertirse en una mala persona o en un asesino. Eso sólo terminaría de destruirlo...

Iba concentrado en sus pensamientos que no percató que había alguien enfrente suya hasta que sintió como chocaba con alguien. Levantó la mirada y vio a un pelirrojo enfrente suya.

-¿Todo bien, Malfoy?-Preguntó con tranquilidad, para su sorpresa, Ron Weasley.

-Claro, todo bien.-Sonrió forzadamente y miró las puertas del gran comedor. No tenía ganas de comer nada.-Nos vemos luego.-Susurro mirando Weasley y sus acompañantes y se dirigió al salón de DCAO.

Sentado en la mesa más cercana de la salida esperó, mientras escribí cosas sin sentido en su cuaderno a que las personas empezarán a llegar.
Pasaron 10 minutos y empezaron a entrar todos seguidos del profesor. El profesor Remus Lupin.
Observó a su alrededor, todos estaban sentados con sus amigos mientras que el estaba solo, pero así estaba bien. O eso pensaba, aunque no le tomó mucha importancia.

Al terminar la clase fue el primero en salir. Al estar solo fue más fácil concentrarse y poder terminar la tarea a tiempo para entregársela al profesor. Salió de la clase en dirección a su siguiente clase, pociones.

El dia paso "volando" entre todas las clases que tenía que ya había llegado la hora de comer. Ahora solo tenían clases por las mañanas, por lo que durante todas las tardes podría hacer sus tareas tranquilamente o podía intentar arreglar el estúpido armario.

Estaba en el gran comedor, sentado un poco alejado de sus amigos, quienes reían de algo que había dicho su nuevo amigo. Seguramente ya lo reemplazaron y se sentia feliz por ello ya que no lo bus aron e intentaron estar con el... ellos sabían el peligro y si debían de alejarse para que su amigo rubio estuviese bien y a salvo de cualquier cosas, así lo harían.

Miró al rededor y vio como todos sonreían, hablaban y reían felices sin ninguna preocupación. Recordó cuando era más pequeño que siempre iba con sus amigos y siempre la liaba en el gran comedor... Ahora todo cambió, creció y aprendió que nada era lo que parecía.

Sintió una gota bajar por su mejilla. Merlín, ¿estaba llorando?. Quería alejarse de allí, despejar la mente.
Salió de del gran comedor y se dirigió a su cuarto.

Cuando llegó se derrumbó y empezó a llorar sin importarle nada. Agradecía que no había nadie cerca y que la habitación era solo suya. Estaba harto de fingir... y eso que solo era el comienzo.
Estaba allí, en el suelo de su habitación llorando mientras buscaba en su mente una forma de quitar aquella de su brazo que no paraba de recordarle que ese fue su gran error.

Entonces, al levantar la vista hacia su escritorio y las vio. Unas navajas pequeñas pero con gran filo que cortaban bien. Fue como si algo lo llamase y lo empujas hacia su kit de navajas.

El primer corte escosió, el segundo fue largo y el tercero fue liberador. Después de unos cuantos cortes se sen5ia en paz consigomismo que no dudo en mantener una de sus navajas cerca de el. Guardo la más pequeña en uno de los bolsillo de su túnica y las demás las dejo en Buenos lugares a, rededor de la habitación. Si eso lo mantendría con vida, no dudaría en meterse a ese oscuro mundo.

Suspiró y decidió ir a averiguar aquel extraño armario que debía reparar. Su brazo escocía cuando la ropa rozaba los pequeños cortes que decidió vendarse el brazo y así también poder evitar que sangrase. Se dirigió a la salida de su sala común y empezó a andar hacia la sala de los menesteres.









Nos vemos el próximo domingo <3.

You Never Know Donde viven las historias. Descúbrelo ahora