Mi lugar más triste.

No hay más.

Estoy flotando entre mis palabras, acosado por mis falacias.

¿Cuántas son las promesas que rompí?

¿Cuándo fue que me desconocí?

No sé cómo, ni porqué me desvié, desconozco si el camino incorrecto tomé.

La soledad y el frío en mi pecho guardé.

Mis manos no dan más calidez, mis dedos congelan mi piel.

Dejé de serme fiel.

Mis ideales, como una máscara dejé.

En mis letras reconozco mi hipocresía, en mi lugar seguro solo pretendo alegría, qué ironía porque, esto ya lo sabía pero no lo creía, según yo no lo veía.

Ahora sólo estoy, no tengo a nadie.

Hablo con miles pero no hallo consuelo.

Busco las opiniones de todos pero no las escucho, las dejo en el suelo.

El eco de esa advertencia me ensordece.

No puedo soñar hasta que  amanece, cuatro paredes que me tienen cautivo, de mi esencia soy fugitivo, mi espectro es siempre negativo, ya no soy positivo.

Decirte otra vez, rogar otra vez, hacer algo de una vez.

No podré, la amargura me detiene y en mi mente las emociones encarcelé.

Soy una farsa, una triste fábula, no soy un animal, pero sé que ya no podría empeorar.

Me recomendaron orar, a Dios mi alma encomendar, pero no respondió, mi llamada no la contestó, mis lágrimas y gritos ignoró.

No hay nadie más.

Yo ya no estoy.

El cuerpo, una mueca hueca, mi alma huyó de esta mente que peca.

Llévame ya, no siento el viento en mis cabellos.

Tómame y regrésame a esos momentos bellos.

Mátame una última vez con tus besos.

Máxima redención, solo busco el perdón.

Reencontrar aquello que alguna vez fui.

Sólo tengo un lugar dónde ir, y no sé si ahí seré feliz.

Tengo miedo, desesperado por no obtener un final tan ruin.

Este es y será el fin.

Nadie vino por mí.